¿Estamos entrando en un ciclo de sequías más frecuentes y prolongadas?

En 1884, Florentino Ameghino publicó “Las secas y las inundaciones en la Provincia de Buenos Aires”, señalando la necesidad de realizar obras de retención y no de desagüe para gestionar el riesgo hídrico. A más de 100 años, el texto sigue vigente.

Sequía, el peor de los desastres
Una sequía prolongada puede poner en jaque la economía de un país.

La natural variabilidad del tiempo y el clima hace que se alternen períodos húmedos con otros secos, épocas calurosas con unas más frías.

Estas variaciones y la adaptación a ellas, marcaron el desarrollo de la civilización. Un ejemplo de ello es cuando los seres humanos dejamos de ser nómadas para ser sedentarios, ya que el desarrollo de la agricultura permitió que se pudiera asegurar la provisión de alimentos en base a la fertilidad de los suelos y al clima del lugar, hace unos 10.000 años.

La llanura pampeana

Por sus características edáficas y climáticas favorables para la agricultura y ganadería, la región pampeana argentina es una de las regiones más privilegiadas del planeta.

La denominación “pampa” proviene del idioma quechua y significa llano o llanura e inmediatamente la asociamos con "el granero del mundo".

Región pampeana
La Pampa se caracteriza por la riqueza de su suelo y por tener leves ondulaciones.

Ello es porque esta extensa planicie sudamericana presenta suelos con alto contenido de materia orgánica (lo que le otorga una gran fertilidad), ocupando el cuarto lugar a nivel global en cuanto a la disponibilidad de “tierras negras”, y cuenta con un clima favorable para el aprovechamiento de esos suelos fértiles.

Pero el clima no siempre ha sido favorable como en la actualidad…

El clima de la región pampeana

De las crónicas de viajeros, relatos y testimonios registrados en los últimos 200 años, podemos reconstruir la historia climática de región pampeana, donde son evidentes los episodios recurrentes de inundaciones y sequías que afectaron la producción agropecuaria, los medios y formas de vida de los productores y la población en general. Estos datos han sido complementados con los registros pluviométricos desde finales del siglo XIX para poder establecer que la región pampeana tiene un clima con dos regímenes de lluvias: uno húmedo (hemiciclo húmedo) y otro seco (hemiciclo seco), que duran aproximadamente 50 años cada uno. Estos hemiciclos indican que la región pampeana, considerada “el granero del mundo” muy probablemente no siempre haya sido así de productiva, y que estas variaciones en el clima han dejado huella en la historia económica, política y social de la Argentina.

1820 – 1870: hemiciclo seco

Los relatos, pinturas y crónicas de viajeros de la época son consistentes con descripciones de una pampa mucho más árida que en la actualidad. Era recurrente señalar la presencia de flora y fauna típica de zonas áridas y semi áridas a menos de 200 km de la ciudad de Buenos Aires. La travesía de Buenos Aires hacia Tandil era considerada suicida sin un baqueano, y no por la presencia del indio, sino por la falta de agua.

Carro aguatero, Essex Vidal
Emeric Essex Vidal fue un pintor que retrató la Buenos Aires de 1816. En "Carro aguatero" muestra (a la izq) plantas cactáceas típicas de zonas áridas, denotando el clima reinante por entonces.

Documentos del Cabildo de Buenos Aires, indican una frecuencia muy importante de “años secos” en ese período. Las casas en la Buenos Aires colonial tenían techos planos, morfología compatible con viviendas de regiones con lluvias escasas. Entre 1829 y 1932, la provincia de Buenos Aires fue azotada por una intensa sequía, llamada “La Gran Seca”. Charles Darwin fue un testigo privilegiado del desastre, relatando que “Pereció un gran número de aves, animales silvestres, ganado vacuno y caballar por falta de alimento y agua… las perdices apenas tenían fuerza para huir volando cuando se las perseguía. El cálculo más bajo supone que se perdieron sólo en la provincia de Buenos Aires un millón de cabezas.”

La Campaña de Rosas al Desierto (1833-1834), sirve como descriptor del aspecto que presentaba la pampa por entonces: el desierto comenzaba a unos 200 km de Buenos Aires.

1870 – 1920: hemiciclo húmedo

Hacia la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a registrarse mayores precipitaciones en la región pampeana, facilitando la extensión de la frontera agrícola y ganadera. Muchos pueblos de la campiña bonaerense quedaron aislados al inundarse los rudimentarios caminos que los comunicaban con el puerto de Buenos Aires, sin poder sacar la producción de cueros, lanas y carne salada. Las lluvias fueron tan intensas en el inicio del hemiciclo, que el Río Salado había crecido lo suficiente como para que se concesionara una ruta fluvial comercial de Buenos Aires a Dolores y Chascomús. Numerosos poblados en la región quedaron bajo las aguas en inundaciones recurrentes dentro de este período. El diseño de los ferrocarriles fue coincidente con este hemiciclo húmedo, por ello la cota de los terraplenes ferroviarios suele ser mayor a la cota de inundación.

Tropas del Ejército nacional durante la Campaña del Desierto, 1879.
Tropas del Ejército nacional durante la Campaña del Desierto. Hubo que rehacer los mapas de la campaña anterior, porque la fisonomía del lugar había cambiado de manera significativa.

Para la Campaña del Desierto de 1879-1885, los mapas tuvieron que ser modificados en relación con la Campaña de 1833-1834, porque el paisaje había cambiado: los médanos ya no estaban y su lugar estaba ocupado por lagunas inexistentes 40 años atrás. Florentino Ameghino había hallado esta alternancia de hemiciclos secos y húmedos, por lo que en 1884 propone realizar obras de retención y no de desagüe, para tener reservas de agua previendo futuros períodos de seca.

1920 – 1970: hemiciclo seco

Las precipitaciones son deficitarias y con la sequía de 1916-1917 se observó una marcada escasez de carne, leche, legumbres y frutas. En la década de 1930 regresan los médanos a unos 200 km de la ciudad de Buenos Aires. La erosión del suelo a causa de la sequía es considerable, con lo que se generan masivas tempestades de polvo. La región pampeana sufrió sequías que persistieron por varios años y en las iglesias católicas se rogaba “ad petendam pluviam”, una plegaria por lluvia. La crisis económica global sumada a la falta de lluvias genera una crisis económica en Argentina que culmina con el golpe de estado de 1930. Ante la ausencia de precipitaciones, proliferan los hacedores de lluvias, destacándose Juan Baigorri Velar, contratado por gobiernos provinciales y nacional para hacer llover. Al final de este período se secaron las lagunas del sistema de las Encadenadas. El impacto de las secas tuvo una gran incidencia en la economía de la nación. Las cotas de las rutas nacionales se hicieron bajo este hemiciclo, lo que explica que con el siguiente hemiciclo húmedo quedaran bajo el agua.

1970 – 2020: hemiciclo húmedo

Es evidente el aumento de las precipitaciones en la región pampeana, con grandes y extensas inundaciones en áreas urbanas y rurales. Las lagunas del sistema de las Encadenadas vuelven a llenarse, causando inundaciones.

Las trágicas inundaciones de 1980
Las trágicas inundaciones de 1980 afectaron a muchas localidades de la provincia, entre ellas a Las Flores, como se observa en la foto

Se observan graves inundaciones en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos. La laguna La Picasa (entre las provincias de Buenos Aires y Santa Fe) aumentó casi 8 veces su tamaño.

2020-2070: ¿un nuevo hemiciclo seco?

Dejando de lado aspectos como el uso del suelo, forzantes como el ENSO y otros modos de variabilidad atmosférica intra-estacional, podemos decir que de mantenerse esta alternancia, estaríamos entrando en un nuevo hemiciclo seco.

Como ya expliqué en este artículo, es notoria la relación entre la sequía, a consecuencia de eventos La Niña, y las mayores crisis socioeconómicas y políticas de la Argentina. Ya sabemos qué podemos esperar en escenarios similares.

Incendios de pastizales
Los incendios forestales y de pastizales se están convirtiendo en eventos recurrentes a causa de una persistente sequía en gran parte del país.

Y en un contexto de crisis climática como la actual, con una exacerbación de los extremos climáticos, cabe preguntarse si estamos preparados para enfrentar un período de sequias reiteradas y prolongadas, como suelen experimentarse en estos hemiciclos.

Los incendios de pastizales y forestales, el menor rinde en los cultivos, una menor disponibilidad de agua para consumo y producción que estamos experimentando en el presente, deberían promover la generación de capacidades de resiliencia que permitan mitigar el riesgo de un desastre de mayores proporciones y que pueden generar conflictividad social, económica y política.

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