Europa avaló la continuidad del glifosato: ¿por qué es clave para Argentina?

La Comisión Europea confirmó que renovará la autorización para usar el herbicida, que vencía el 15 de diciembre. Además, cada país miembro mantendrá la opción de restringir su uso.

Aplicación de glifosato en un lote agrícola antes de la siembra
Aplicación de glifosato en un lote agrícola antes de la siembra.

Europa decidió finalmente renovar la aprobación del uso del glifosato hasta 2033. La decisión se basa en los análisis de peligros y riesgos en los que no identificaron “áreas críticas de preocupación” para impedirlo.

En un comunicado oficial dado a conocer luego de la decisión, el organismo advirtió que “basándose en las exhaustivas evaluaciones de seguridad llevadas a cabo por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA), junto con los Estados miembros de la UE, procederá a la renovación de la aprobación del glifosato por un periodo de 10 años, sujeta a ciertas condiciones y restricciones nuevas”.

Debido al desacuerdo entre los países miembro de la UE, la Comisión debió expedirse al respecto. El debate se había planteado en julio y octubre de este año, pero como no hubo acuerdo entre los países miembro, lo definió la propia Comisión.

¿Qué es el glifosato?

Se trata de un herbicida introducido en la década de 1970 que se utiliza para eliminar la mayoría de las malezas y preparar un lote para la explotación agrícola, pero también en jardines y césped. Es el más utilizado a nivel mundial y su comercialización creció en los últimos años en los países menos desarrollados.

En el ámbito comercial el producto se denomina “Roundup” y fue lanzado por la firma estadounidense Monsanto, que luego fue adquirida por Bayer en 2018.

El glifosato es el herbicida más usado en la producción de soja.

Según datos de Unearthed -una organización periodística financiada por Greenpeace y la ONG suiza Ojo Público- Brasil es el país que más pesticidas compra en todo el mundo y en el caso de América Latina le siguen Argentina y México.

Vale recordar que el glifosato fue el centro de una gran controversia en 2015, cuando la agencia contra el cáncer de la Organización Mundial de la Salud concluyó que el compuesto químico era “probablemente cancerígeno” para los seres humanos.

A partir de entonces se iniciaron miles de demandas legales en Estados Unidos por las que Bayer debió pagar cerca de US$ 11000 millones.

Condicionamientos en Europa

La Comisión Europea estableció nuevas restricciones para el uso del glifosato que incluyen la prohibición de utilizarlo como desecante y el requisito de que los países involucrados mejoren sus evaluaciones de riesgo para tener en cuenta la biodiversidad.

El gran dilema de los países que aún hoy utilizan este producto radica en que más allá de la definición de la CE, la prohibición no sería posible ante la falta de una alternativa para los productores, que son quienes generan el alimento para miles de millones de personas en todo el mundo.

La utilización de mejores prácticas productivas redunda en alimentos más saludables
La utilización de mejores prácticas productivas redunda en alimentos más saludables.

Por eso, la propuesta de la Comisión Europea incluye a partir de esta nueva regulación, la implementación de franjas de protección alrededor de los lotes donde se utilice glifosato e incentivos en el uso de equipos que reduzcan la deriva de la aspersión.

Impacto en Argentina

El glifosato es un insumo clave para avanzar en la producción agrícola, generar volumen y lograr exportaciones para consolidar el ingreso de divisas.

A partir de esta renovación, los agricultores locales continuarán sus labores utilizando herramientas y tecnologías que evitan la erosión del suelo (como la siembra directa), facilitan la agricultura conservacionista y mejoran la capacidad de retención de agua en suelo, entre otros beneficios.

Sin esta aprobación, la Argentina hubiera tenido que modificar sus sistemas productivos, puesto que nuestro país exporta alimentos de origen vegetal por más de 7.000 millones de dólares a la Unión Europea, donde la mayoría son cereales y oleaginosas en los que interviene el glifosato en el proceso productivo.