¿Existen helados saludables? Cómo elegir (y cuáles evitar), según los expertos
Aunque nos encantaría que el médico recete un cucurucho por día, la ciencia no acompaña ese sueño. Los helados, incluso los caseros, no entran en la categoría de “saludables”. Pero hay formas de elegir los menos dañinos para darse un gusto sin tanto cargo de conciencia.

En la fantasía colectiva del verano ideal, alguien inventa un helado que baja el colesterol, fortalece los músculos y, de paso, te da bronceado parejo. Lamentablemente, en el mundo real, la ciencia dice que eso no existe. Y que, por ahora, ni el cucurucho más inofensivo se salva de ser un “capricho” y no un “alimento saludable”.
Esto no significa que haya que mirar con odio las bateas de la heladería. Significa que, si vamos a caer en la tentación -y seamos honestos, cuando suben las temperaturas cualquiera cae-, mejor hacerlo con conocimiento de causa y sin comprarle el discurso publicitario a ningún envase.
Hielo, azúcar y poco más
Los helados se dividen en dos grandes familias: los de hielo y los de base láctea.
Los de hielo son los más coloridos, los que parecen salidos de un dibujo animado. Ingredientes: agua, azúcar y, si la suerte nos acompaña, un poco de jugo o puré de fruta.
Algunas marcas se la juegan y usan solo puré o jugo de fruta. Son las mejores opciones dentro de la góndola, aunque no son mayoría. En cambio, los famosos “heladitos en bolsita”, alargados, baratos y de colores flúor, tienen de fruta lo mismo que un caramelo de menta: cero.
El equipo cremoso
En el otro rincón están los de base láctea: leche o crema, más azúcar, más grasas extra (coco, manteca de cacao, etc.). El resultado es una textura suave y un sabor que nos hace pensar “vale la pena cada caloría”… hasta que miramos la etiqueta y vemos cuántas son.

Aportan algo de proteína, sí, pero también mucha grasa saturada, la misma que la ciencia vincula con niveles altos de colesterol LDL (el “malo”) y riesgo cardiovascular. Y en una dieta promedio, que ya supera las recomendaciones de grasa saturada, cada cucharada suma… pero no a favor.
¿Y si son sin azúcar?
La teoría diría que un helado sin azúcar debería ser más sano. Pero la práctica nos recuerda que esos productos usan edulcorantes. Y la Organización Mundial de la Salud, en su informe 2023, directamente no los recomienda ni para perder peso ni para prevenir enfermedades.
No todo azúcar es igual. Los llamados azúcares libres son aquellos que se añaden a los alimentos o que se liberan cuando se exprime o procesa una fruta o verdura. Al no estar acompañados de fibra ni otros nutrientes, el cuerpo los absorbe rápido y, consumidos en exceso, se asocian a mala calidad de dieta, sobrepeso y mayor riesgo de enfermedades. En cambio, el azúcar natural de la fruta entera viene “empaquetado” con fibra, vitaminas y minerales, lo que ayuda a que su impacto en la salud sea mucho más positivo.
Peor aún: el consumo prolongado podría aumentar el riesgo de diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares y mortalidad. Así que no, tampoco es la salvación que esperábamos.
Artesanales, de yogur y caseros
Las heladerías artesanales suelen ofrecer mejores ingredientes y menos aditivos, pero desde lo nutricional siguen en el mismo equipo: el del placer ocasional.
Los de yogur que se venden como “más sanos” pueden tener más azúcar que un yogur común. Y eso sin contar los toppings de chocolate, salsas y galletitas que terminan de coronar la bomba.
En casa, las cosas mejoran un poco si se hacen con leche o yogur natural sin azúcar ni edulcorantes. Se les puede sumar fruta entera para dar sabor y color. Es la versión “menos mala” del menú heladero. Pero si le agregamos dulce de leche, crema o azúcar, volvemos a donde empezamos.
Consejos para una temporada de helado consciente
- Leer la etiqueta: si el azúcar figura entre los primeros ingredientes, ya sabés la respuesta.
- Menos es más: si vas por el de base láctea, elegí uno simple, sin rellenos ni baños extra.
- Alternar: si un día comés helado, ese día bajá otros azúcares agregados.
- Fijarse en las porciones: un pote de medio kilo no es una “porción familiar” si la familia sos vos solo.
Conclusión (con sabor a verdad)
Helados y salud nunca fueron pareja estable. Pero, como en cualquier relación complicada, se puede llegar a un acuerdo: disfrutar con moderación y elegir con criterio. El verano seguirá siendo verano… y vos seguirás pudiendo entrar al consultorio del médico sin sentir tanta culpa.