India: Delhi se oscurece con una neblina tóxica luego del “festival de la luz”

La capital india amaneció envuelta en una nube espesa tras el festival de Diwali. Aunque se permitió el uso de “petardos verdes”, el aire se volvió irrespirable y la contaminación superó 50 veces el límite recomendado por la OMS.

smog
Nueva Delhi amaneció con una densa nube tóxica

En Nueva Delhi, la celebración del festival de Diwali terminó de una manera insólita: con un amanecer sin horizonte. La ciudad, que festeja cada año el “festival de la luz” con miles de fuegos artificiales, amaneció cubierta por una neblina densa, con olor a carbón y gusto a ceniza. Era difícil saber si era niebla o humo, aunque el olor daba una pista clara.

El martes, los sensores del Índice de Calidad del Aire marcaron 360 puntos en promedio, con algunos sectores rozando los 500, lo que equivale a 56 veces más que el límite considerado seguro por la Organización Mundial de la Salud. En pocas palabras: el aire de la capital india se volvió un cóctel tóxico de partículas finas (PM 2,5) capaces de obstruir los pulmones y provocar enfermedades respiratorias graves.

Los niveles entre 101 y 200 se consideran moderados, mientras que entre 201 y 300 son "deficientes". Entre 301 y 400 se clasifica como "muy deficiente" y una cifra superior a 400 se considera "grave".

El episodio era previsible. Todos los años, al llegar el invierno, Delhi se convierte en una cámara de gases. Las emisiones de vehículos, el polvo urbano y la quema de rastrojos en los estados vecinos ya forman parte del paisaje atmosférico. A eso se suma un viento casi inmóvil que deja los contaminantes atrapados cerca del suelo, justo donde la gente intenta respirar.

Por eso, desde 2020, estaba prohibido el uso de fuegos artificiales durante el Diwali. Sin embargo, este año el Tribunal Supremo indio flexibilizó la medida y permitió los llamados “petardos verdes”, supuestamente un 30 % menos contaminantes. En teoría, podían encenderse solo en franjas horarias limitadas. En la práctica, el cielo se iluminó (y se oscureció) hasta bien entrada la madrugada.

En la época de Diwali, los niveles de partículas peligrosas en el aire superan en hasta un 70 % el peor récord de Pekín, China, considerada en su momento la ciudad más contaminada del mundo.

Las autoridades habían pedido mesura, pero las tradiciones pesan más que las directivas judiciales. Durante la noche, el estruendo de los cohetes tapó los recordatorios oficiales y, al amanecer, el paisaje habló por sí solo: edificios desaparecidos tras una pared de humo, autos avanzando con luces encendidas y miles de personas usando barbijos, no por protocolo sanitario, sino por necesidad respiratoria.

Un problema que empeora cada año

“Ni siquiera se puede pensar en salir”, dijo un vecino de la capital. En algunas zonas, los niveles de PM2,5 y PM10 alcanzaron los 1.800 microgramos por metro cúbico, entre 15 y 20 veces por encima de lo saludable.

Los expertos están preocupados porque la flexibilización de las normas sobre los petardos pueda afectar a la conciencia sobre los peligros de la contaminación del aire que se ha desarrollado en los últimos años.

El contraste con el significado original del festival es inevitable. Diwali celebra la victoria de la luz sobre la oscuridad, del bien sobre el mal. Este año, la ironía fue evidente: la fiesta de la luz dejó una sombra espesa y tóxica que tapó incluso al sol.

A la par, comenzó el clásico intercambio de culpas. En el estado pakistaní de Punjab, las autoridades acusaron a la India de haber contribuido al deterioro del aire en la ciudad de Lahore, justo al otro lado de la frontera. El humo, después de todo, no conoce de límites nacionales.

Los especialistas advierten que la flexibilización de las normas sobre petardos puede tener efectos duraderos. “Se había avanzado mucho en concientizar sobre la contaminación del aire”, señalan. “Este tipo de decisiones pueden hacer retroceder esa conciencia social”.

Mientras tanto, el gobierno local activó nuevas medidas de emergencia, como la restricción al uso de generadores diésel y la quema de carbón o leña. El problema es que estas acciones llegan cuando el daño ya está hecho y el aire se ha vuelto prácticamente irrespirable.

Contaminación en la India

En los últimos años, Delhi se consolidó como la ciudad más contaminada del mundo. Se estima que la contaminación es responsable de 10.000 muertes prematuras al año allí.

Las estaciones de monitoreo muestran que su aire rara vez baja del rango “muy deficiente”. Y cada invierno es el mismo guión: baja velocidad del viento, aumenta la quema de cultivos, hay tráfico intenso y un festival que multiplica el smog.

Quizás la moraleja sea simple. La luz puede vencer a la oscuridad en los mitos, pero en la atmósfera necesita ayuda concreta: menos humo, menos ruido y más respeto por el aire que todos comparten.

Por ahora, los habitantes de Delhi siguen respirando a través de una máscara, mientras esperan que el viento se apiade y sople.