Inteligencia artificial: Construyen un robot siguiendo las instrucciones de Chat GPT

Hasta dónde la inteligencia artificial puede reemplazar a la inteligencia y la creatividad humana es la pregunta que sobrevuela el mundo desde la irrupción de Chat GPT. Nuevos experimentos revelan que la distancia entre ambos es cada vez menor

Robot Chat GPT
El robot se construyó siguiendo las instrucciones de Chat GPT.

Hace unos días, una empresa belga de gestión de empleos hizo una publicidad en vía pública que enseguida saltó a las redes sociales. En el enorme cartel, la compañía simulaba una instrucción a Chat GPT para que terminara el edificio donde estaba colocada la gigantografía. La frase que acompañaba el cartel decía: "Tus habilidades son irremplazables".

¿Irónico? Sí, pero no tanto. En la misma semana de este anuncio publicitario, un grupo de ingenieros consiguió fabricar un robot recolector de tomates siguiendo con precisión las instrucciones de Chat GPT.

Fue un grupo de especialistas en robótica de la Universidad Técnica Suiza EPFL, formado por Cosimo Della Santina, Francesco Stella y Josie Hugues. El trabajo se publicó en Nature Machine Intelligence.

Los investigadores querían indagar hasta donde GPT es capaz de diseñar algo útil. Tras las primeras conversaciones con la inteligencia artificial, decidieron que se enfocarían en algo relacionado a los alimentos. La IA brindó recomendaciones acerca de qué cultivo sería económicamente más conveniente para invertir los esfuerzos. Así, terminaron optando por un robot recolector de tomates.

Según Francesco Stella, las aportaciones de la Chat GPT fueron especialmente valiosas en la fase conceptual, es decir en la instancia creativa. "Chat GPT amplía los conocimientos del diseñador a otras áreas de especialización. Por ejemplo, el chat nos enseñó qué cultivo sería más valioso económicamente para automatizar".

El resultado del intercambio humanos-IA es un brazo robótico, con una pinza de silicona que cuida la integridad del fruto, y un motor eléctrico Dynamixel.

La IA dio recomendaciones sobre los materiales a utilizar: "Hacer la pinza de silicona o goma para evitar aplastar los tomates", indicó en la fase de construcción. Por su parte, los investigadores descubrieron que su rol como ingenieros se desplazó hacia la realización de tareas más técnicas.

El trabajo humano hacia el futuro

El objetivo de la experiencia no era tanto la cosecha de tomates sino la exploración de los distintos grados de cooperación entre humanos y grandes modelos de lenguaje (LLM, o Large Language Models en inglés), como Chat GPT.

Según los investigadores, hay distintos escenarios, con distintas probabilidades de éxito. En el caso del robot recoge tomates, el LLM actuó como investigador e ingeniero, mientras que el humano actuó como gestor, y se encargó de especificar los objetivos del diseño.

“Mostramos que los modelos de lenguaje extenso (LLM), como Chat GPT, pueden guiar el proceso de diseño de robots, tanto a nivel conceptual como técnico, y proponemos nuevas estrategias de codiseño humano-IA y sus implicaciones sociales”, dice el estudio.

Un escenario más extremo es aquel en que la IA proporciona toda la información para el diseño del robot y el humano las sigue ciegamente. Sobre este escenario, los investigadores creen que actualmente no es posible pues advierten que "los resultados de los LLM pueden inducir a error si no se verifican o validan. Los robots de inteligencia artificial están diseñados para generar la respuesta 'más probable' a una pregunta, por lo que existe el riesgo de desinformación y sesgo en el campo de la robótica".

Robot
El brazo robótico cosechador de tomates

Pero además de la pregunta sobre si es posible, se plantean –como todos- si una relación así es realmente deseable, ya que la creatividad de los LLM plantea problemas como el plagio, la trazabilidad y la propiedad intelectual. Entre otros múltiples problemas vinculados al empleo, la economía, las libertades y una larga lista de posibles impactos en las sociedades y las personas.

Mientras tanto, los investigadores continuarán sus estudios sobre la autonomía de las inteligencias artificiales para diseñar sus propios cuerpos. “Una pregunta abierta para el futuro de nuestro campo es cómo se pueden usar los LLM para ayudar a los desarrolladores de robots sin limitar la creatividad y la innovación necesarias para que la robótica esté a la altura de los desafíos del siglo XXI”, dijo Stella.

Por ahora, la irónica gigantografía en Bélgica surte su efecto, pero quizá el paso del chiste a la realidad sea sólo una cuestión de tiempo.