Más calor, menos cosechas: así el cambio climático pone en riesgo tus alimentos favoritos

El calentamiento global ya está reduciendo cultivos esenciales y amenaza nuestros alimentos diarios. Te explicamos por qué “más calor, menos comida”, y por qué -pese a la opinión de negacionistas- el beneficio de más CO2 es anulado por los daños

rendimiento cultivos
Por cada °C de calentamiento global, los alimentos se reducirán 4.4 % del consumo diario actual. Si el clima se calienta 3 °C es como si todo el mundo en el planeta renunciara a desayunar.. y un calentamiento de 3 °C está en el rango de las posibilidades en este siglo

Para explicar mejor el problema, utilicemos una analogía: imaginemos que un campo con las condiciones ideales para el cultivo se comporta como una olla con agua calentándose. Hasta cierto punto, una temperatura moderada calienta el agua para cocer la comida; pero si el fuego se descontrola, todo se quema. Eso mismo pasa con nuestros cultivos: un poco de calor les va bien, pero demasiado los daña. Y hoy estamos al límite.

Con cada décimo de grado que sube la temperatura media global, los suelos se resecan, la lluvia se vuelve irregular y los días muy calurosos frenan el crecimiento de plantas.

Aun cuando los agricultores siembran y riegan como siempre, el clima los traiciona: la planta "suda de más", no produce bien, o directamente no da fruto.

Cultivos en jaque: “menos cosechas” en los campos del mundo

Estudios recientes muestran que, aunque algunos cultivos podrían beneficiarse del aumento de CO₂ en el aire, ese “bono” se ve ampliamente contrarrestado por el estrés térmico, la sequía, las lluvias erráticas y la degradación del suelo.

Daños CCA
Cada décima cuenta, ya que favorece la: desertificación (escasez de agua), degradación de la tierra (erosión del suelo, pérdida de vegetación, incendios forestales, deshielo del permafrost) y la seguridad alimentaria (rendimiento de cultivos e inestabilidad del suministro de alimentos). Fuente IPCC (2019)

Por ejemplo, una investigación reciente halló que por cada grado extra de calentamiento, se podría recortar la producción de cultivos básicos de manera tal que, en promedio, cada persona perdería alrededor de 120 calorías diarias — una disminución significativa en la producción de alimentos.

Además, el aumento de sequías, olas de calor y precipitaciones extremas favorece plagas, enfermedades y erosión de suelos, todo lo cual reduce aún más los rendimientos agrícolas.

Por cada grado extra de calentamiento, cada persona en el mundo podría perder unas 120 calorías diarias (la energía necesaria para caminar unos 3.000 pasos)

En regiones vulnerables —como muchas dentro del hemisferio sur— estas pérdidas pueden ser aún más pronunciadas.

El futuro de tu comida y lo que podemos hacer

Si seguimos con el actual ritmo de emisiones y calentamiento, muchas de nuestras comidas cotidianas —cereales, legumbres, vegetales, hasta café o chocolate y aún peor: el vino, el champagne... ¡y la cerveza!— podrían volverse más escasas, más caras y menos accesibles.

Pero no todo está perdido: todavía podemos cambiar el rumbo. Adaptar la agricultura —por ejemplo, cultivando variedades más resistentes al calor y la sequía—, mejorar el uso del agua, cuidar suelos y reducir radicalmente las emisiones de gases de efecto invernadero, ayuda a mitigar el daño.

La Agricultura Climáticamente Inteligente (ACI) es un enfoque que busca aumentar la productividad y los ingresos agrícolas de forma sostenible, y es una metodología prometedora para fortalecer la resiliencia al cambio climático y reducir o eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero

Cada acción cotidiana —ahorrar energía, consumir responsablemente, apoyar políticas ambientales— cuenta. Y, además, informarnos: entender que el cambio climático no es abstracto, sino que ya golpea la comida que llega a nuestra mesa.

Conclusión: urgencia, conciencia… y esperanza

El problema es serio, pero no irreversible. Si actuamos con conciencia, antes de que “lo habitual” se convierta en escasez, podemos asegurar que futuras generaciones sigan disfrutando de frutas, pan, arroz, café... y también de una copa de vino, algo de lo que ahora quizá damos por sentado.

Este no es un llamado al desaliento, sino a la responsabilidad: el plato en tu mesa depende del clima. Y si queremos que siga lleno, debemos cuidar el clima.

El cambio climático amenaza nuestras cosechas, sí —pero también nos da una oportunidad: cambiar el modo en que producimos, consumimos y vivimos. Si lo aprovechamos, nuestras comidas favoritas tienen futuro.

Referencias de la noticia:

ter Haar, S. F., P. M. van Bodegom, and L. Scherer. 2025. “CO2 Rise Directly Impairs Crop Nutritional Quality.” Global Change Biology 31, no. 11: e70568.

Hultgren, A., Carleton, T., Delgado, M. et al. Impacts of climate change on global agriculture accounting for adaptation. Nature 642, 644–652 (2025). https://doi.org/10.1038/s41586-025-09085-w

IPCC, 2019: Climate Change and Land: an IPCC special report on climate change, desertification, land degradation, sustainable land management, food security, and greenhouse gas fluxes in terrestrial ecosystems [P.R. Shukla, J. Skea, E. Calvo Buendia, V. Masson-Delmotte, H.-O. Pörtner, D. C. Roberts, P. Zhai, R. Slade, S. Connors, R. van Diemen, M. Ferrat, E. Haughey, S. Luz, S. Neogi, M. Pathak, J. Petzold, J. Portugal Pereira, P. Vyas, E. Huntley, K. Kissick, M. Belkacemi, J. Malley, (eds.)]. In press.