¿Un oso? Descubren una tierna imagen en la superficie de Marte

Gorilas, humanoides y hasta Mickey Mouse. Las cámaras de alta resolución nos siguen trayendo sorpresas desde el espacio. Ahora, una nueva ilusión óptica aparece en la superficie de Marte.

Osito
La cara de un osito sobre la superficie de Marte.

La exploración espacial vuelve a sorprender con sus imágenes. Esta vez, una de las sondas que orbitan alrededor de Marte, captó la cara de un osito, tallada en la superficie del planeta.

La imagen fue tomada desde 250 km de altitud, por la cámara del orbitador de reconocimiento del experimento HiRISE (High Resolution Imaging Science Experiment), que es operada por la Universidad de Arizona. ¿Hay un oso en Marte?, preguntaron desde las redes sociales.

Más allá de las simpáticas reacciones, lo cierto es que se trata de una nueva pareidolia, esa especie de ilusión visual según la cual nuestros ojos identifican formas familiares, especialmente caras, dónde no las hay.

En este caso, el oso es una extraña formación geológica. La verdad de la fisonomía se publicó en un comunicado en el sitio del HiRISE. No hay ningún osito. Se trata de una colina colapsada en forma de V, que sería la nariz; dos cráteres a casi la misma distancia de la colina, que serían los ojos; y una fractura circular sobre la superficie, que le da el contorno al rostro del animalito.

“El patrón de fractura circular podría deberse al asentamiento de un depósito sobre un cráter de impacto enterrado. ¿Quizás la nariz es un respiradero volcánico o de lodo y el depósito podría ser lava o flujos de lodo?”, se preguntan los investigadores.

Pareidolias faciales

Desde que las sondas y telescopios de altísima resolución ven más allá en el espacio, cada semana aparecen imágenes salidas de lo mejor de la ciencia ficción. Una puerta en Marte, una cabaña en la Luna, una figura fantasmal en los Pilares de la Creación. De hecho, sólo en Marte, se ha identificado un pato, un rostro alienígena y ahora, un oso.

Caras en las nubes, en las manchas de humedad, en la espuma del café. La pareidolia facial es un fenómeno óptico. Pero sobre todo neurológico. Sucede en nuestro cerebro. Y no solamente somos capaces de ver rostros donde no los hay, sino que además tendemos a atribuirles rasgos de personalidad y estado anímico.

Un estudio de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) publicado en 2020 en la revista Psychological Science, afirma que las pareidolias serían como un falso positivo en nuestro sistema de reconocimiento, en el que “los mecanismos visuales que están especializados para detectar y extraer señales sensoriales de los rostros humanos se reclutan espontáneamente en ausencia de una forma humana real.”

Según los investigadores, nuestro cerebro ha evolucionado para detectar la presencia de personas y hacer inferencias que favorezcan nuestros vínculos y nuestra vida social. Se trataría entonces, de una ventaja evolutiva que de vez en cuando nos juega una mala pasada. O, como en estos casos, nos ayuda a saber más sobre la superficie de los planetas lejanos.

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