Volando con culpa: ¿por qué es tan difícil hacer la aviación más verde?

La aviación es uno de los grandes contribuidores del cambio climático, pero descarbonizarla es un reto enorme. Descubre los obstáculos y posibles soluciones para vuelos más sostenibles.

Estela de condensación
Un avión surca alto el cielo, dejando tras de sí una estela de condensación de vapor que, por la difracción de la luz solar, genera nubes iridiscentes que muestran muestran colores brillantes.

Cuando un avión surca el cielo, deja tras de sí una estela invisible de gases que calientan el planeta, como si fuese una extensa pincelada de carbono que deja su huella en la atmósfera. La aviación, aunque nos conecta con el mundo, es una de las industrias más difíciles de hacer sostenible. Según asegura Mike Berners-Lee, investigador y profesor en la Universidad Lancaster en un reciente artículo de New Scientist, “la aviación es probablemente la industria más difícil de descarbonizar” debido a su dependencia de combustibles fósiles y su impacto más allá del dióxido de carbono (CO₂). Este sector, que transporta pasajeros y carga, contribuye aproximadamente al 2.5% de las emisiones globales de CO₂, pero su efecto climático es aún mayor por factores como las estelas de condensación.

El problema no es solo el combustible que queman los aviones, sino también las estelas de condensación (o contrails), esas nubes blancas que vemos en el cielo, que atrapan calor en la atmósfera. Además, la aviación no solo mueve personas, sino también toneladas de mercancías esenciales para la economía global. Reducir su impacto sin frenar el crecimiento de la economía mundial es como intentar cambiar el motor de un coche mientras está en marcha. A continuación, exploraremos por qué es tan complicado hacer la aviación más verde y qué soluciones están en el horizonte.

Un cielo lleno de desafíos

La aviación depende de combustibles fósiles como el queroseno, que tienen una alta densidad energética, ideal para volar largas distancias. Cambiar a alternativas como los combustibles de aviación sostenibles (SAF, por sus siglas en inglés) es como intentar reemplazar el azúcar en una receta sin alterar el sabor del pastel. Los SAF, producidos a partir de biomasa o mediante procesos químicos con hidrógeno y CO₂, buscan imitar las propiedades del queroseno, pero su producción es costosa y limitada. Por ejemplo, para fabricarlos se necesita mucha energía renovable, que hoy se usa más para descarbonizar sectores como la electricidad o el transporte terrestre.

Otro reto es el crecimiento constante de la aviación. Se estima que el número de pasajeros se duplicará para 2050, lo que significa más vuelos y más emisiones. El transporte de carga, vital para llevar productos como frutas frescas o dispositivos electrónicos, también aumenta la huella de carbono. Aunque se han logrado mejoras, como aviones más eficientes o alas aerodinámicas, estas no compensan el aumento en la demanda... es algo así como tratar de vaciar una piscina con una cuchara mientras alguien sigue llenándola con una manguera.

Estelas y otros villanos climáticos de la aviación

Más allá del CO₂, las estelas de condensación son un problema inesperado. Estas nubes artificiales, formadas por el vapor de agua y partículas emitidas por los motores, actúan como una manta que atrapa el calor en la atmósfera. Según estudios, el impacto climático de las estelas puede ser mayor que el del CO₂ acumulado por los aviones desde los primeros vuelos. Ajustar la altitud de los vuelos podría reducirlas, pero esto implica rutas menos eficientes, lo que aumenta el consumo de combustible. Es un dilema: menos estelas, más CO₂; menos CO₂, más estelas.

Por otro lado, alternativas como aviones eléctricos o de hidrógeno enfrentan barreras tecnológicas. Las baterías son demasiado pesadas para vuelos largos, y el hidrógeno requiere rediseñar aviones e infraestructura, algo que podría tomar décadas. Mientras tanto, el transporte de carga y pasajeros sigue creciendo, y las políticas internacionales, como el Esquema de Compensación y Reducción de Carbono para la Aviación Internacional (CORSIA por sus siglas en inglés), iniciativa global creada por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), solo logran reducciones modestas al compensar emisiones en lugar de eliminarlas.

Implementación CORSIA
Implementación del CORSIA al presente. Este complementa otros esfuerzos de reducción de emisiones en el sector de la aviación, como las innovaciones tecnológicas, mejoras operativas y los combustibles de aviación sostenibles, para alcanzar el objetivo OACI de un crecimiento neutro en carbono.

En definitiva, descarbonizar la aviación es como armar un rompecabezas con piezas que no encajan. Los combustibles sostenibles son prometedores, pero caros y escasos; las estelas de condensación complican el panorama; y el crecimiento del sector es a mayor velocidad que los avances tecnológicos. Sin embargo, hay esperanza: desde pequeños cambios en las rutas hasta innovaciones en combustibles, la ciencia está buscando formas de limpiar los cielos. La próxima vez que mires un avión surcar el cielo, recuerda que detrás de esas estelas hay un esfuerzo global por hacer la aviación más amigable con el planeta.