La NASA pone en órbita un instrumento nunca antes visto para observar la Tierra con precisión milimétrica

Con 12 metros de diámetro, la antena del satélite NISAR es capaz de detectar desde cambios milimétricos en el suelo hasta la evolución de los glaciares.

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NISAR medirá los ecosistemas cambiantes, las superficies dinámicas y las masas de hielo de la Tierra, proporcionando información sobre biomasa, riesgos naturales, aumento del nivel del mar y aguas subterráneas. Crédito: NASA

El espacio tiene ahora un nuevo gigante tecnológico. La misión NISAR (NASA-ISRO Synthetic Aperture Radar), fruto de la colaboración entre la NASA y la agencia espacial india ISRO, desplegó con éxito el mayor reflector de antena que la NASA haya colocado jamás en órbita.

Con 12 metros de diámetro y un diseño plegable similar al de un paraguas, esta enorme estructura marca un antes y un después en la observación de nuestro planeta.

El reflector es una superficie curva que recoge y concentra las ondas de radio emitidas y recibidas por el radar. Funciona como una especie de espejo parabólico: concentra la energía en un punto focal, donde está el alimentador o emisor-receptor de la antena.

Lo que distingue a NISAR de otras misiones no es solo el tamaño récord de su antena, sino que es la primera vez que se combinan dos radares de apertura sintética (SAR) —uno en banda L desarrollado por la NASA y otro en banda S aportado por ISRO— en un mismo satélite.

Este dúo permitirá estudiar la superficie terrestre con un nivel de detalle sin precedentes, incluso a través de nubes o de la oscuridad de la noche.

Este es el reflector de antena más grande jamás desplegado para una misión de la NASA, y, por supuesto, estábamos ansiosos por ver que el despliegue fuera un éxito”, sostuvo Phil Barela, gerente de proyecto NISAR en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA

Un salto en la observación de la Tierra con una precisión inédita

El despliegue del reflector se completó el 12 de agosto tras una minuciosa secuencia: dos brazos motorizados elevaron la antena y luego una serie de mecanismos liberaron su estructura de malla dorada, tensándola hasta alcanzar su forma circular.

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NISAR observará la superficie terrestre y las superficies cubiertas de hielo a nivel mundial con una frecuencia de 12 días en pasos ascendentes y descendentes. Crédito: NASA

“El 9 de agosto, el mástil del satélite, que se encontraba cerca de su cuerpo principal, comenzó a desplegarse, articulación por articulación, hasta extenderse por completo unos cuatro días después. El conjunto del reflector está montado en el extremo del mástil”, explicó la NASA en un comunicado.

Este sistema ligero pero robusto es crucial para que los radares puedan enviar y recibir señales desde 747 kilómetros de altitud, generando imágenes de alta resolución.

Con esas imágenes, NISAR ayudará a monitorear fenómenos naturales y procesos clave para la vida en la Tierra. Es capaz de observar desplazamientos de suelo de sólo unos milímetros, lo que ayuda a detectar zonas con cambios sutiles del terreno vinculados con desastres como terremotos y erupciones volcánicas. También observará los cambios en los glaciares y la salud de los bosques, ambos vinculados al cambio climático.

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Ingenieros revisan el conjunto de pértiga de antena de 9 metros (29,5 pies) de NISAR, completamente desplegado, en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, en el sur de California. Crédito: NASA

NISAR observará la superficie terrestre y las superficies cubiertas de hielo a nivel mundial con una regularidad de 12 días en pasadas ascendentes y descendentes, tomando muestras de la Tierra en promedio cada 6 días durante una misión de referencia de 3 años”, explicó la NASA en un comunicado.

Con el reflector ya desplegado y en plena fase de calibración, NISAR se prepara para empezar a enviar sus primeras imágenes en los próximos meses. Será entonces cuando se comience a ver, con un nivel de detalle inédito, cómo cambia nuestro planeta día a día.

Además de sus aportes científicos, NISAR simboliza un esfuerzo de cooperación internacional. Para la NASA, la misión refuerza su liderazgo en observación terrestre, mientras que para ISRO representa un salto cualitativo en tecnología radar.

Ambos coinciden en que los datos serán de acceso abierto, lo que permitirá a investigadores de todo el mundo aprovecharlos en áreas tan diversas como gestión de recursos hídricos, planificación urbana o mitigación de desastres naturales.