La verdadera causa de la erosión lunar no es el viento solar, según una nueva investigación
Durante décadas se creyó que el viento solar era el gran responsable de arrancar átomos de la superficie de la Luna y generar su tenue exosfera. Pero nuevos experimentos con roca lunar real están cambiando esa historia, y lo que encontraron es… más terrenal.

La Luna no tiene atmósfera, pero sí una exosfera: una capa extremadamente delgada de gases que rodea su superficie y que se forma, en gran parte, por procesos de erosión. Hasta ahora, la hipótesis más aceptada señalaba al viento solar, ese flujo constante de partículas que emite el Sol, como principal responsable de este desgaste. Sin embargo, un nuevo estudio viene a sacudir el polvo lunar (literal y metafóricamente).
Un equipo de la Universidad Tecnológica de Viena (TU Wien) analizó por primera vez cómo impacta realmente el viento solar sobre roca lunar auténtica. No es un dato menor: las muestras usadas provienen nada menos que de la misión Apolo 16 de la NASA, y fueron sometidas a experimentos de precisión con tecnología de punta.
¿El resultado? La erosión causada por el viento solar es mucho menor de lo que se pensaba. Según los investigadores, las estimaciones previas estaban infladas hasta por un factor de diez.
La culpa no era del Sol
La clave está en el regolito lunar: esa mezcla de polvo y fragmentos que recubre buena parte de la superficie. Su estructura es porosa y compleja, algo que muchos modelos anteriores no contemplaban. Cuando los iones del viento solar chocan, el regolito no actúa como una superficie sólida que repele el impacto. Más bien, absorbe la energía del choque, funcionando como una capa protectora o un amortiguador que atrapa las partículas en su red de poros.
“El viento solar no tiene la eficiencia que le atribuíamos. La mayoría de sus partículas no logran liberar átomos del regolito”, explicó el profesor Friedrich Aumayr, del Instituto de Física Aplicada de TU Wien. Su equipo logró medir con altísima precisión la pérdida de masa por bombardeo de iones usando una microbalanza de cristal de cuarzo, una herramienta tan delicada como eficaz. Los datos fueron luego comparados con simulaciones tridimensionales que reprodujeron la textura y porosidad lunar.
Micrometeoritos: esos pequeños grandes protagonistas
Los resultados coinciden con otra investigación reciente, publicada en Science Advances, que analizaba isótopos presentes en la Luna. Aquella conclusión apuntaba en la misma dirección: los verdaderos artífices de la exosfera lunar no serían las partículas solares, sino los micrometeoritos. Esos impactos diminutos, pero constantes, serían la principal fuente de átomos liberados al espacio.
Comprender cómo se erosionan las superficies sin atmósfera tiene implicaciones prácticas. Sobre todo ahora que varias agencias espaciales están en plena planificación de misiones lunares y planetarias.
El programa Artemis de la NASA, que busca llevar de nuevo humanos a la Luna, necesita saber con qué se va a encontrar en términos de polvo, desgaste y comportamiento del terreno. Lo mismo vale para BepiColombo, la misión conjunta de la ESA y JAXA que estudia Mercurio, otro cuerpo sin aire y expuesto al bombardeo solar.
Además, ajustar los modelos de erosión ayuda a entender mejor cómo evolucionan las superficies planetarias a lo largo del tiempo. Y permite anticipar cuánto pueden durar ciertos materiales expuestos al espacio, algo clave para construir bases o desplegar instrumentos en otros mundos.
Así que la próxima vez que mires la Luna y pienses que el Sol la está “soplándole” el polvo, tal vez convenga corregir la imagen. Lo que realmente la erosiona, día tras día, son las piedritas invisibles que la bombardean desde el espacio.
Referencia de la noticia
Brötzner, J. (2024). Data for: "Sputter Yields of the Lunar Surface: Experimental Validation and Numerical Modelling of Solar Wind Sputtering of Apollo 16 Soils"