Balloonfest´86: cómo fue la suelta de millones de globos que terminó en un desastre por la meteorología

La Balloonfest´86 llevaría a Cleveland a batir un récord Guinness, pero terminó siendo otro fatídico caso en que la naturaleza le pone límites a la ambición humana de gloria.

Cleveland, balloonsfest
En septiembre de 1986 Cleveland se propuso relanzarse como ciudad a través de un evento histórico.

Era un plan perfecto. Miles y miles de personas reunidas en centro de Cleveland para participar de la suelta de un millón y medio de globos con helio, que se elevarían en el aire y llenarían de colores el cielo de la ciudad, para luego perderse en la inmensidad de la atmósfera.

Esta sería la escena final de un proyecto que también incluía niños colaborando en el inflado, recaudación de fondos para ayudar a los más necesitados, transmisiones televisivas en vivo y, en definitiva, el reposicionamiento de una ciudad que por entonces tenía pocos logros que ostentar.

Como frutilla del postre, Cleveland, la segunda ciudad más importante de Ohio, ingresaría al Guinness de los récords como escenario de la mayor suelta de globos jamás realizada, desplazando a Anaheim, que había lanzado un millón de globos para la inauguración de Disneyland en California.

Colorido, multitudinario, solidario, histórico. Así sería el Balloonfest´86, una idea de United Way, una organización dedicada a la beneficencia y a impulsar el espíritu de la ciudad. La fecha: el sábado 27 de septiembre de 1986. El lugar: Public Square, la plaza principal de cuatro hectáreas, a los pies de la terminal de la ciudad.

Para garantizar el éxito del plan, la organización contrató a los principales especialistas en globos y a expertos en logística de eventos masivos. Ellos se aseguraron de que toda la comunidad se involucrara en el evento. Los más jóvenes vendieron globos a un dólar para reunir dinero.

Cleveland, fiesta, helio
Treb Heining era el dueño de la compañía que aportó los globos para el evento.

Luego de seis meses de preparativos, llegó el gran fin de semana. Pero claro, “si algo puede salir mal, saldrá mal”, dice la ley de Murphy. Y nadie consideró que la meteorología podía estropear la fiesta.

Todo lo que sube tiene que bajar

La noche previa, un temporal de lluvia y viento se extendió sobre Cleveland. El Servicio Meteorológico Nacional emitió un alerta y se suspendieron varios eventos deportivos.

Pero el Balloonfest ´86 siguió adelante. En la mañana del sábado, unos 2500 voluntarios se abocaron a llenar los globos con helio, que se iban colocando en una enorme estructura de redes en tres niveles, del tamaño de una manzana, ubicada en el medio de la plaza.

Miles de personas se acercaron a Public Square con la ilusión de participar de un evento histórico. La música, el color y la multitud configuraban una fiesta perfecta. El cielo, en cambio, estaba cubierto de nubarrones grises.

A las 13.50 h se inició la cuenta regresiva y, ante la euforia del público, los globos emprendieron vuelo.

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Pero la tormenta estaba al acecho. Por el viento fuerte, el descenso de temperatura y las gotas de llovizna agregando peso al látex, los globos subieron apenas unos metros… y enseguida comenzaron a descender y a depositarse en la superficie.

Un millón y medio de globos desparramados por las calles de la ciudad, los campos, los lagos e incluso cruzando la frontera con Canadá.

Se desató el caos. Las complicaciones en la visibilidad y la curiosidad de los conductores, ocasionaron varios choques, algunos de ellos en cadena, con varios heridos. El aeropuerto de la ciudad debió suspender sus operaciones porque los globos quedaron varados en las pistas y suspendidos en los circuitos de aterrizaje y despegue de las aeronaves.

Otros miles de globos fueron a parar a zonas suburbanas. El caso más famoso fue el de la granja de Louise Nowalkowski, cuyo caballo árabe de carreras se asustó por los intrusos de colores y se lesionó. La dueña del preciado animal demandó a United Way por 100 mil dólares y obtuvo la compensación económica.

La consecuencia más dramática fue lo que sucedió en el lago Erie. El viernes 26, dos pescadores se perdieron aguas adentro. En la mañana del sábado, luego de que se encontrara la lancha vacía, la Guardia Costera comenzó la búsqueda de los náufragos.

Pero el acuatizaje de miles de globos en el agua transformó la búsqueda en una quimera. Para la guardia costera resultaba imposible distinguir una cabeza humana entre tantas esferas de colores. Así que suspendieron la búsqueda.

Globos, helio
Los globos aterrizaron en el lago, complicando la búsqueda de dos pescadores desaparecidos.

Los cuerpos de los pescadores fueron hallados varios días después. Esta circunstancia también llevó a United Way a enfrentar una demanda millonaria por parte de las familias de las víctimas.

Pese a todas estas vicisitudes, Cleveland consiguió el objetivo: los globos se lanzaron y la ciudad obtuvo el récord Guinness por la mayor “suelta de globos”, un galardón que ostentó por poco tiempo, ya que dos años después se eliminó esa categoría. Pero también consiguió un lugar en la historia de las grandes ambiciones que terminan saliendo mal.

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