Descubren la telaraña más larga y grande del mundo, creada por más de 100 mil arañas que decidieron trabajar juntas

La oscuridad de una cueva esconde un ecosistema poblado por dos especies de arañas que se asociaron para construir una telaraña que cubre un área equivalente de diez autos.

Arañas
Tegenaria domestica en la Cueva de Azufre. Imagen del estudio publicado en Subterranean Biolog.

Si las arañas ya te daban escalofríos, preparate para conocer la versión más extrema de una pesadilla: una colonia de 111.000 individuos que, contra todo pronóstico evolutivo, decidieron trabajar juntos para construir una red de seda que cubre unos 106 metros cuadrados en una cueva oscura entre Grecia y Albania.

El hallazgo, documentado por la Sociedad Espeleológica Checa y publicado en Subterranean Biology, va mucho más allá de las cifras de terror. Revela cómo la vida se adapta de modos inesperados cuando la comida es abundante y, sobre todo, cuando dos especies solitarias y no cooperativas deciden que es mejor ser socios que rivales.

Una ciudad subterránea de seda y azufre

El escenario de esta colaboración arácnida es la Sulphur Cave. No se trata de un paraíso soleado, sino de una galería subterránea, oscura, atravesada por un arroyo sulfuroso. Es justo este ambiente, que suena a película post-apocalíptica, el que hizo posible el fenómeno.

La gigantesca telaraña, compuesta por kilómetros de "tubos-embudo", no es obra de una sola especie, sino un mosaico de seda construido por un ejército combinado: unos 69.000 ejemplares de Tegenaria doméstica y otros 42.000 de Prinerigone vagans.

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La telaraña colonial de la Cueva de Azufre alberga una colonia mixta de Tegenaria domestica y Prinerigone vagans.

Es un hecho insólito, ya que la cohabitación en una tela comunal por especies que "normalmente no cooperan" plantea grandes preguntas sobre los límites del comportamiento social en el reino animal.

Pero, ¿qué factor logró convencer a estas solitarias arañas de compartir vivienda? La respuesta es tan sorprendente como el hallazgo: un festín inacabable de comida.

Banquete subterráneo: cuando la competencia cesa

En el mundo animal, la competencia por los recursos es la norma. Sin embargo, en la Sulphur Cave, este principio parece haberse desvanecido.

El ecosistema alimenticio de la cueva es una locura biológica basada en la quimiosíntesis, un proceso similar a la fotosíntesis pero que, en lugar de luz solar, utiliza la energía química liberada por compuestos inorgánicos (como sulfuro de hidrógeno, metano, o compuestos de hierro) para crear alimento.

Arañas
Descubren en una cueva griega la telaraña más grande del planeta, hogar de 111.000 arañas.

Tres factores encadenados resultan clave en este peculiar ecosistema:

  • El arroyo sulfuroso alimenta bacterias que oxidan azufre.
  • Estas bacterias sustentan a larvas de pequeños dípteros (mosquitos).
  • La densísima población de estas larvas se convierte en la presa principal de las arañas.

En términos sencillos, la cueva es un bufet libre permanente para las arañas. El líder del estudio, István Urák, sugiere que la abundancia de comida y la ausencia de depredadores son las claves. La saturación de larvas hace que la competencia desaparezca, y permite que la población crezca sin control y adopte un modo de vida colonial nunca antes visto en estas especies.

    Un laboratorio genético en la oscuridad

    Las sorpresas no terminan en la ecología. La colonia de arañas ha vivido tanto tiempo en la oscuridad y el aislamiento de la cueva que ya ha comenzado a cambiar.

    Los investigadores detectaron adaptaciones genéticas que las diferencian de las poblaciones de las mismas especies que viven en la superficie. Esto sugiere un proceso de especiación incipiente: una población subterránea que diverge rápidamente de sus parientes superficiales.

    Estos ecosistemas oscuros, aislados y con una química inusual son, en palabras de los científicos, "laboratorios naturales" donde los principios de la evolución se evidencian de formas extremas.

    Aunque para muchos pensar en 111.000 arañas ya es motivo de pesadilla, para la ciencia este hallazgo es un "regalo" que amplía los límites de lo que se creía posible sobre la vida en la Tierra y demuestra que la evolución siempre encuentra una ruta, incluso cuando el camino huele a azufre.

    Referencia de la noticia

    An extraordinary colonial spider community in Sulfur Cave (Albania/Greece) sustained by chemoautotrophy. Subterranean Biology 53: 155-177. Urák I, Vrenozi B, et. al.