Gases de efecto invernadero a 124 años luz de la Tierra: ¿indicios de vida?

El telescopio espacial James Webb halló moléculas portadoras de carbono, entre ellas metano y dióxido de carbono, en la atmósfera de un exoplaneta ubicado en la zona de habitabilidad de su estrella.

planeta K2-18b
Esta impresión artística muestra el planeta K2-18b. Crédito: ESA/Hubble, M. Kornmesser

Hace unos días, la presentación de unas supuestas momias alienígenas en el Congreso mexicano volvió a poner en primera plana el dilema de si estamos solos en el universo. Y si hay vida más allá de nuestro mundo… ¿qué aspecto tendrá?

Evidentemente, el parecido de las fraudulentas momias alienígenas con E.T. nos habla de la poca imaginación de quienes las fraguaron, ya que las posibilidades de que la vida extraterrestre sea humanoide, similar a una planta, animal o con alguna forma exótica e inimaginable, dependerá de infinitos factores: cercanía a la estrella, tipo de estrella, superficie y gravedad del planeta, composición de la atmósfera, y muchos más.

Pero de algo estamos prácticamente seguros: el carbono es el único elemento que puede formar cadenas de átomos lo bastante largas como para codificar información biológica en su interior, es decir que puede formar algún tipo de ADN que permita a un ser vivo replicarse. Entonces, donde encontremos moléculas de carbono es probable que encontremos vida.

En busca de indicios

El telescopio espacial James Webb (JWST) es un observatorio espacial desarrollado a través de la colaboración de 14 países, construido y operado por las agencias espaciales de los Estados Unidos (NASA), de la Unión Europea (ESA) y Canadá (CSA) y activo desde 2022. El JWST nos está permitiendo conocer detalles inimaginables del Universo. Y su último descubrimiento alienta la esperanza de encontrar un planeta fuera de nuestro sistema solar, donde las condiciones para que la vida se desarrolle son posibles.

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Analizando datos obtenidos por el JWST, un equipo internacional detectó la presencia de dióxido de carbono y metano en el planeta extrasolar K2-18 b, situado a 124 años luz de nosotros.

K2-18 b orbita a la estrella enana K2-18 en su zona de habitabilidad. Una estrella enana es una estrella menos luminosa (o más fría) que nuestro Sol, y con zona de habitabilidad nos referimos a que se encuentra a la distancia necesaria, ni demasiado cerca ni demasiado lejos, para que en su superficie pueda existir agua líquida.

Exoplaneta de tipo Hycean

Los astrofísicos señalan que los mundos “Hycean”, son los que tienen más posibilidades de albergar vida. Su denominación proviene de los vocablos “hidrógeno” y “océanos” una nueva categoría de planetas que difieren en mucho con la Tierra pero que podrían albergar vida.

Exoplanetas
Hace 30 años no se había localizado a ninguno. Ahora son más de 5300 los planetas orbitando estrellas que no son nuestro Sol, y que se han descubierto desde entonces.

Nuestros hallazgos subrayan la importancia de considerar diversos entornos habitables en la búsqueda de vida en otros lugares”, señala Nikku Madhusudhan, investigador de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y autor principal de un estudio en The Astrophysical Journal Letters donde se publican estos resultados. “Tradicionalmente, la búsqueda de vida en exoplanetas se ha centrado sobre todo en los planetas rocosos más pequeños, pero los mundos Hycean, de mayor tamaño, son mucho más propicios para las observaciones atmosféricas".

Aunque K2-18 b se encuentra en la zona habitable de su estrella y se sabe que alberga moléculas de carbono, esto no significa necesariamente que el planeta pueda albergar vida, indicó la Agencia Espacial Europea (ESA).

¿Cómo es K2-18b?

El potencialmente habitable planeta es 8.6 veces más grande que la Tierra. Esto significa que su interior probablemente contenga un gran manto de hielo a alta presión, como Neptuno, pero con una atmósfera más delgada, rica en hidrógeno y una superficie oceánica, probablemente de agua.

Se estima que la temperatura de equilibrio de K2-18b es de entre -8 ºC a ± 5 °C. Tiene un período orbital de unos 33 días, lo que sugiere que está fijado por mareas, es decir que una de sus caras está fijada apuntando a su estrella, tal como la cara visible de la Luna está siempre apuntando a la Tierra.

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Según NASA, “La abundancia de metano y dióxido de carbono, y la escasez de amoníaco, apoyan la hipótesis de que puede haber un océano de agua bajo una atmósfera rica en hidrógeno en K2-18 b”.

Tanto el metano como el dióxido de carbono pueden tener un origen biológico o geológico, como en la tierra. “Las observaciones iniciales de Webb también proporcionaron una posible detección de una molécula llamada dimetil sulfuro (DMS). En la Tierra, esta molécula solo la produce la vida. La mayor parte del DMS presente en la atmósfera terrestre procede del fitoplancton marino”. Con esto, aumenta la chance de que haya vida en el exoplaneta.

Aún se requiere de una exhaustiva investigación adicional, y por eso el mundo científico espera que las próximas observaciones de Webb confirme la presencia de DMS en la atmósfera de K2-18 b.