Se inauguró la primera planta comercial de almacenamiento de CO₂ bajo el Mar del Norte y así funciona
La primera instalación comercial de almacenamiento de carbono del mundo comenzó a operar inyectando CO₂ en Noruega, en las profundidades del lecho marino del Mar del Norte. Te contamos cómo funciona y algunas controversias.

El Consorcio Internacional Northern Lights ha realizado la primera inyección de dióxido de carbono (CO₂) en el fondo del Mar del Norte. Este proyecto, que reúne a los gigantes Equinor, Shell y TotalEnergies, consiste en transportar y enterrar el dióxido de carbono capturado en las chimeneas de fábricas y centrales eléctricas de Europa, mediante pagos realizados por industrias o compañías energéticas, gestionando las emisiones industriales para Europa y almacenándolas de forma segura bajo el Mar del Norte.
La inauguración con la primera inyección de CO₂ fue en agosto de 2025, el CO₂ en estado gaseoso se transforma en líquido y se inyecta en un acuífero salino a 2.6 kilómetros de profundidad, utilizan buques y tuberías transportando CO₂ y lo almacenan en esas formaciones geológicas profundas, actuando como una posible solución para la descarbonización de la industria.
Un hito en la gestión del carbono
Está haciendo historia en la lucha contra el cambio climático, con la inauguración de la primera planta comercial de almacenamiento de CO₂ en el lecho marino del Mar del Norte.
La primera inyección de CO₂ en este depósito geológico submarino, anunciada por el consorcio, representa un avance significativo en la viabilidad y aplicación a escala comercial de la tecnología de captura, transporte y almacenamiento de carbono (CTC).

Este proyecto ambicioso, que ha recibido un apoyo financiero considerable del estado noruego, se erige como una de las soluciones más prometedoras para mitigar el impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) procedentes de sectores industriales difíciles de descarbonizar.
Con una capacidad inicial de almacenamiento de 1.7 millones de toneladas de CO₂ anuales, y con proyecciones de expandirla a 5.5 millones de toneladas para finales de la década, el proyecto no solo demuestra la viabilidad técnica de la tecnología, sino que también establece un modelo de negocio para la futura industria de la gestión del carbono.

Básicamente, se replica el proceso natural que ha mantenido el petróleo y el gas atrapados en la Tierra durante millones de años. Este método de almacenamiento geológico es considerado por la comunidad científica como una forma segura y permanente de secuestrar el CO₂ de la atmósfera.
La inauguración
La primera carga de CO₂ que fue depositada en este reservorio provino de la planta de cemento de Heidelberg Materials en Brevik, Noruega, lo que subraya la pertinencia de la CTC para industrias con altas emisiones.
La tecnología de captura y almacenamiento de carbono ha sido reconocida por organismos internacionales de gran peso, como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas y la Agencia Internacional de Energía (AIE), como una herramienta crucial en el arsenal global contra el cambio climático.

No obstante, a pesar de su potencial, la tecnología CTC es compleja, costosa y genera controversias, lo que plantea interrogantes sobre su escala y viabilidad económica sin un apoyo financiero robusto.
El proceso de captura y almacenamiento de carbono: de la chimenea al lecho marino
El funcionamiento de la planta de Northern Lights es un testimonio de la ingeniería moderna. El proceso se inicia con la captura del CO₂ en el punto de emisión, es decir, directamente de las chimeneas de las plantas industriales. Una vez capturado, el gas es sometido a un proceso de enfriamiento y compresión que lo transforma en un líquido criogénico. Este estado líquido es esencial, ya que reduce significativamente el volumen del CO₂ facilitando su transporte.

Desde los puntos de origen, el CO₂ licuado es transportado en buques cisterna especialmente diseñados para este fin hasta la terminal de Oygarden, cerca de Bergen, en la costa occidental de Noruega. Una vez en la terminal, el CO₂ líquido se almacena temporalmente en grandes tanques criogénicos.
La fase final y más crítica del proceso es la inyección subterránea. Desde Oygarden, el CO₂ se bombea a través de un ducto de 110 kilómetros que se extiende por el lecho marino. Este ducto transporta el CO₂ a un reservorio geológico situado a una profundidad de alrededor de 2.6 kilómetros bajo el lecho marino del Mar del Norte.
A esta profundidad, las condiciones de presión y temperatura son óptimas para que el CO₂ se mantenga en estado supercrítico, un estado de la materia que combina propiedades de líquido y gas, lo que lo hace ideal para el almacenamiento a largo plazo.

La selección de un reservorio geológico para el almacenamiento es un proceso meticuloso que requiere estudios geofísicos detallados para asegurar la integridad de la formación rocosa y la ausencia de fallas que podrían permitir el escape del gas.
El CO₂ se inyecta en rocas porosas, como areniscas, que están cubiertas por una capa de roca impermeable (roca sello) que actúa como una barrera natural, impidiendo que el gas se filtre hacia la superficie. En esencia, se replica el proceso natural que ha mantenido el petróleo y el gas atrapados en la Tierra durante millones de años.
Este método de almacenamiento geológico es considerado por la comunidad científica como una forma segura y permanente de secuestrar el CO₂ de la atmósfera, un paso fundamental para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones establecidos en el Acuerdo de París.
Controversias sobre el método de captura de carbono ¿solución o distracción?
La tecnología CTC es revolucionaria y potente, pero también es compleja, costosa y genera controversias, lo que plantea interrogantes sobre su escala y viabilidad económica sin un importante apoyo financiero.
Este factor económico ha limitado, hasta el momento, la adopción masiva de la tecnología, y Northern Lights ha firmado solo tres contratos comerciales con empresas europeas, entre ellas una planta de amoníaco de Yara en los Países Bajos, dos plantas de biocombustibles de Orsted en Dinamarca y una central térmica de Stockholm Exergi en Suecia.
Además de los costos, existe una objeción que proviene de algunos expertos, cómo por ejemplo el profesor de ingeniería ambiental de la Universidad de Stanford, Mark Jacobson, quien sostiene que la captura de carbono no es una solución real a la crisis climática, sino más bien una distracción promovida por las empresas de combustibles fósiles.
El argumento de Jacobson se centra en la ineficiencia energética de la captura de carbono. La operación de las plantas de DAC, que utilizan enormes ventiladores y productos químicos para extraer el CO₂ del aire, requiere una cantidad significativa de electricidad.
Si esta electricidad proviene de fuentes fósiles, el proceso de captura se vuelve contraproducente, ya que la planta estaría emitiendo carbono para capturarlo. Incluso si se utiliza electricidad renovable, Jacobson señala que esa energía podría ser utilizada de forma más eficaz para reemplazar directamente la generación de energía a partir de combustibles fósiles.
La crítica de Jacobson no es solo técnica, sino también política. Él ve la promoción de la captura de carbono como una estrategia de las empresas de combustibles fósiles, muchas de las cuales financian estas tecnologías, para justificar la continuación de sus operaciones. Al presentarse como gestores del carbono, estas empresas pueden argumentar que están mitigando su impacto ambiental mientras continúan extrayendo y produciendo combustibles fósiles.
Si bien la transición a energías limpias es el objetivo primordial, la ciencia, avalada por el IPCC y la AIE, indica que la velocidad actual de la transición no es suficiente para evitar los peores escenarios del calentamiento global.
El futuro en la gestión del carbono
A pesar de las controversias, la industria de la eliminación de carbono avanza a un ritmo considerable. Actualmente, existen 130 plantas de captura de aire en desarrollo en todo el mundo. Proyectos como Northern Lights demuestran la viabilidad a gran escala del almacenamiento de carbono, mientras que empresas como 1PointFive y Carbon Engineering están desarrollando plantas de DAC con una capacidad mucho mayor, como la que se construirá en Texas, capaz de extraer alrededor de 500 mil toneladas de CO₂ al año.
La directora de estrategia comercial de 1PointFive, Lori Guetre, defiende la tecnología, afirmando que no es una solución milagrosa, sino una herramienta crucial en un conjunto de soluciones más amplio. Según ella, para 2050, se necesitarían entre 10 mil y 20 mil de estas "unidades de megatón" para complementar los esfuerzos de transición energética.
La inauguración de la planta de Northern Lights no solo es un logro tecnológico, sino también un recordatorio de que la solución a la crisis climática requerirá una combinación de enfoques, que incluyan tanto la reducción radical de emisiones como la innovación en tecnologías de gestión.
Referencia de la noticia
Consorcio Internacional Northern Lights."Northern Lights JV has successfully stored first CO₂". 25 de agosto de 2025.