Los mares y cielos al óleo de Iván Aivazovski

El pintor ruso Iván Aivazovski fue uno de los mejores y más prolíficos paisajistas de todos los tiempos, dejando centenares de marinas en las que no faltan los motivos atmosféricos. Aquí te contamos más.

Mar agitado de noche
“Mar agitado de noche” Cuadro de Iván Aivazovski pintado en 1853. Fuente: Wikipedia

En la extensa nómina de pintores de todas las épocas, encontramos grandes paisajistas que centraron su atención en los mares y los cielos. Las marinas son un motivo clásico en los cuadros, viniendo muchas de ellas acompañadas de llamativos cielos, en los que el tratamiento de la luz o de las formas nubosas roza la perfección. Si pensamos en algunos de esos pintores, nos vienen al momento a la cabeza nombres como Turner, Constable, Friedrich, Ruysdael… pero lo más seguro es que dejemos fuera la lista a uno de los mejores: el pintor ruso Iván Aivazovski (1817-1900).

Fuera los círculos artísticos, la pintura rusa sigue siendo una gran desconocida, lo que convierte a la obra de Aivazovski y de otros artistas de aquel vasto territorio en un mundo por descubrir, en el que abundan bellos paisajes tanto atmosféricos como marinos, en los que merece la pena detenerse para disfrutarlos, tanto de las composiciones como de las técnicas empleadas por los pintores. En ambas cosas, este pintor fue el número uno. Su legado supera las 6.000 obras, de las que más de la mitad tiene al mar como elemento protagonista, acompañado a menudo de cielos espectaculares.

Bahía de Nápoles
“Bahía de Nápoles y Vesubio a la luz de la luna” Cuadro de Iván Aivazovski pintado en 1870. Fuente: Wikipedia

Nacido en Feodosia, en la península de Crimea, Ucrania –a orillas del Mar Negro, que tantas veces pintó–, en 1817, ya desde muy joven, Iván Konstantínovich Aivazovski comenzó a destacar por sus habilidades artísticas. Tras mudarse en plena adolescencia a San Petersburgo ingresó en la Academia de Arte con tan solo 16 años, iniciando una meteórica carrera como paisajista, llena de premios y reconocimientos a su grandísimo talento. Viajó por distintos países europeos, donde se relacionó con otros pintores, como William Turner, que ejerció en él una notable influencia (aparte de contribuir a mejorar su técnica), lo que le llevó a convertirse en uno de los mejores exponentes de la pintura romántica.

Mar Negro
“Inicio de una tempestad en el Mar Negro” Cuadro de Iván Aivazovski pintado en 1881. © The State Tretyakov Gallery, Moscú.

Su gran especialidad fueron las marinas, desarrollando una habilidad única para plasmar con increíble realismo y gran expresividad las complejas formas de la superficie del mar, tanto cuando está tempestuoso como cuando está en calma. Desarrolló una técnica y una destreza tal, que en la última etapa de su vida, que pasó en Crimea –el lugar que le vio nacer– pintó centenares de paisajes marinos sin salir de su estudio, algunos de ellos en tiempo récord (horas), con un tratamiento perfecto de la luz de sol o de luna, así como un oleaje y unos cielos tan reales que cuesta trabajo de creer que no los copiara al natural, sino que los tenía interiorizados, fruto de muchos años de paciente observación frente al mar.

Aivazovski pintó cientos de paisajes marinos desde su estudio, algunos de ellos en pocas horas, ya que los tenía interiorizados

Los cuadros que acompañan estas líneas son solo un botón de muestra de la enorme producción pictórica de Aivazovski. No son las obras más conocidas del artista, pero sí que son representativas tanto de su calidad como de algunas de sus habilidades que le valieron el reconocimiento en vida, cosa que no siempre ha ocurrido con los genios de la pintura. En “Mar agitado de noche” (ver imagen de portada), pintado en 1853, no solo la superficie marina se muestra revuelta, con una gran ola rompiendo en las cercanías del barco que aparece en medio de la tempestad; unas nubes desgarradas, que acompañan en su agitado movimiento al oleaje, entre las que se abre un claro de luna, completan la escena.

El bergantín Mercury
“Encuentro del bergantín Mercury tras derrotar a dos barcos turcos del escuadrón ruso” Cuadro de Iván Aivazovski pintado en 1848. Fuente: Wikipedia.

En las marinas de Aivazovski alternan esos mares embravecidos con otros en calma, en los que el artista se esmera por retratar con maestría los reflejos que la luz deja en la siempre sinuosa superficie del mar. Ese tratamiento de la luz es particularmente sublime en su obra “Bahía de Nápoles y Vesubio a la luz de la luna”, pintada en 1870, cuya perfección técnica es difícilmente superable. También merece una parada en el camino otro de los cuadros seleccionados: “Encuentro del bergantín Mercury tras derrotar a dos barcos turcos del escuadrón ruso” (1870). En esta ocasión, el grado de agitación de las aguas es algo mayor, lo que se transmite fielmente al espectador gracias de unas precisas pinceladas que representan los reflejos de la luz de luna. La estampa se completa con unos voluptuosos cúmulos que ocupan gran parte del cielo.

Uno de los mejores paisajistas

Sirvan estas líneas para destacar la obra pictórica de Iván Aivazovski, invitando al lector a buscar más cuadros suyos y obtener como recompensa el deleite que ofrece su mera observación. Hay reproducciones de centenares de ellos en Internet, tanto o más impresionantes que la presente selección. Estamos ante uno de los mejores paisajistas de la historia de la pintura; un artista único en su género, en el que la cantidad no está reñida con la calidad.