¿Por qué la lluvia cae en gotas y no como un chorro contínuo?

Al pensar en un día lluvioso, casi siempre imaginamos las pequeñas gotas de agua golpeando el vidrio de una ventana. Pero si el agua cae de una nube, ¿no sería más lógico que lo haga en forma de un chorro como cuando abrimos una canilla?

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¿No sería más lógico que la lluvia caiga como una cascada en vez de en pequeñas gotas?

Seguramente, muchos de ustedes dibujaron de niños un paisaje con nubes y la lluvia cayendo con forma de lágrima alargada. Desde muy chicos tenemos claro que la precipitación es en forma de gotas, y las evidencias nunca mostraron lo contrario. Pero hace poco, durante un chaparrón bastante intenso, escuché la expresión “ahora sí que abrieron la canilla”. Y entonces surgió una pregunta: ¿podría la lluvia dejar de ser millones de gotas para convertirse en una cascada continua? La respuesta es no.

Y esto se debe a unos cuantos factores que influyen desde los inicios de la gota. Algo que aprendemos en la escuela es que el aire caliente y húmedo se eleva desde la superficie, se enfría y el vapor condensa formando pequeñas gotas. Y algo que generalmente no nos cuentan es que para que el vapor de agua se condense, se necesita algo llamado “núcleo de condensación”; pueden ser partículas muy pequeñas de polvo o polen en el aire. Sobre cada núcleo se condensa el agua, y ya tenemos las primeras gotas separadasaq.

¿Podrían estas gotas unirse para caer juntas?

Alrededor de cada núcleo, las moléculas de agua se unen y forman una esfera, porque esta es la forma en la que necesitan menos energía para mantenerse juntas. En esta instancia, la gota es muy pequeña, menos de 1 mm. Si sigue creciendo, o si las gotas comienzan a unirse para formar otras más grandes, otro factor entra en juego: la gravedad.

Cada minuto de cada día, en el planeta caen 900 millones de toneladas de lluvia.

Lo primero que ocurre es que la gota se vuelve pesada y comienza a caer hacia la superficie. En este momento, esas gotas miden, como mucho, cerca de 5 milímetros de diámetro. Así que no se mantienen tanto tiempo en la nube como para llegar, aunque sea, a precipitar el equivalente a un vaso de agua.

Pero aún no está todo dicho, porque en su caída libre hacia el suelo, las gotas pueden crecer más al chocar con otras gotas que también están cayendo. Esto es posible porque viajan a distintas velocidades.

El arrastre por fricción causado por el aire es mayor que la tensión superficial que mantiene unida la gota, por lo que las gotas más grandes no permanecen juntas tanto tiempo. Esto da como resultado que las gotas más grandes se fragmenten en otras más pequeñas a medida que caen.

Entonces, si no es una cascada continua, ¿podría caer una gota gigante? Tampoco. Esto se debe a que la gota se encuentra con la resistencia y la fricción del aire. Si supera los 4 o 5 mm de diámetro, se achata y deforma. Y a medida que crece al unirse a otras gotas, la deformación hace que se parta en dos gotas más chicas.

En conclusión, cuanto más agua se junte para precipitar, más rápido se transformará en millones de gotitas de lluvia.

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