Guía completa sobre jazmines: variedades, cuidados y épocas de floración
Un recorrido por las especies más comunes, sus aromas y la mejor forma de hacerlas brillar en el jardín.

Si hay una planta capaz de derrochar encanto y perfume sobre un patio es, sin dudas, el jazmín. No importa el tamaño del espacio: un balcón mínimo, un patio con sombra a la tarde o una pérgola que pide vida propia. En todos esos escenarios, un jazmín puede transformar el aire.
Lo atractivo no pasa sólo por sus flores blancas, cremosas o amarillas. También influye esa mezcla de romanticismo y simpleza que encaja tanto en rincones íntimos como en jardines amplios. Pero hay un detalle que suele generar dudas: no todos los jazmines son iguales, y saber cuál es cuál ayuda a elegir mejor.
Jazmín del Cabo (Gardenia augusta)
Es uno de los favoritos de los viveros porque mantiene las hojas brillantes todo el año y porque sus flores, grandes y espesas, parecen salidas de una obra de arte. Crece lento, así que funciona muy bien en macetas o canteros donde el espacio es limitado.

Necesita un clima cálido y estable, porque el frío intenso afecta sus hojas y frena la floración. En zonas con heladas conviene ubicarlo al reparo, cerca de muros o bajo techos livianos, para que mantenga su brillo y florezca flores sin problemas
Su aroma es de los más potentes del grupo, ideal para ubicar cerca de una ventana o del lugar donde te sentás a tomar algo a la tarde. Florece desde fines de la primavera hasta el verano.
Jazmín del Paraguay (Brunfelsia australis)
Acá el perfume compite con el juego de colores. Las flores arrancan púrpura, pasan a lavanda y terminan en blanco, como si varias plantas distintas se hubieran mezclado en un mismo arbusto.

Necesita lugares cálidos y un poco protegidos, porque el frío intenso lo frena. En zonas de heladas conviene cuidarlo o llevarlo a un invernadero liviano durante los meses fríos. ¿Cuándo florece? desde la primavera hasta bien entrado el otoño.
Jazmín Amarillo (Jasminum humile ‘Revolutum’)
Versátil y decidido. Puede comportarse como un arbusto o trepar si encuentra una guía. Llega a los dos metros o un poco más. Las flores son amarillas, bien abiertas, y forman ramilletes que alumbran el jardín.

Prefiere climas templados a cálidos y responde muy bien a veranos con sol abundante; florece mejor con varias horas de luz directa al día. Aunque es más rústico que algunos jazmines tropicales, no soporta heladas intensas: tolera heladas leves si ya está bien arraigado, pero las heladas frecuentes o prolongadas le queman brotes y flores.
El perfume es suave, más discreto, pero suficiente para atraer polinizadores curiosos. ¿Cuándo florece? Entre la primavera y el verano.
Jazmín de Leche (Trachelospermum jasminoides)
El jazmín de leche no es un jazmín “verdadero” porque pertenece al género Trachelospermum, mientras que los jazmines clásicos son Jasminum. Es decir, son primos lejanos que heredaron el mismo talento para el perfume, pero no el apellido.
¿Por qué lo incluimos entonces? Porque en los jardines se comporta igual que un jazmín trepador, tiene un aroma inconfundible y sus flores blancas, en forma de estrellita, cumplen exactamente el rol que la gente busca cuando pide “un jazmín que trepe y perfume”. Botánicamente distinto, sí; funcionalmente, un jazmín más en la jardinería de todos los días.

Es bastante adaptable, pero rinde mejor en climas templados y cálidos, con inviernos moderados. Tolera algo de frío, incluso alguna helada leve y pasajera, pero las heladas fuertes o repetidas pueden quemar hojas nuevas y frenar la floración del año siguiente. Una vez establecido, se vuelve más resistente, aunque siempre agradece cierta protección.
Las flores, pequeñas y en forma de estrella torcida, forman racimos perfumados que se sienten sobre todo a la tarde. Florece durante unos treinta días en la primavera.
Jazmín del País (Jasminum officinale)
Es el clásico de los clásicos: tallos largos, crecimiento rápido y ese perfume más fresco, casi cítrico, que se reconoce al instante. Trepa con facilidad y cubre pérgolas, columnas o cercos sin pedir demasiado.
Se distingue rápido cuando uno sabe dónde mirar. Es una trepadora más suelta y liviana, con ramas largas y flexibles que buscan apoyo en lo que encuentran. Las hojas son finas y compuestas, formadas por varios folíolos pequeños que le dan un aspecto plumoso, muy distinto del brillo rígido del Madagascar o del verde oscuro del jazmín del Cabo.

Las flores, blancas y simples, aparecen en racimos delicados y su perfume es clásico, casi “el aroma a jazmín” que todos tenemos en la cabeza. Cuando está en flor, la planta se ve ligera, casi etérea, y esa textura suave la vuelve fácil de reconocer entre otras especies más robustas.
Necesita buen sol y un suelo que drene bien. En zonas frías conviene plantarlo reparado porque no tolera heladas intensas. Florece de la primavera al otoño, con tandas sucesivas.
Jazmín de Madagascar (Stephanotis floribunda)
Sus tallos finos y su crecimiento más lento lo vuelven ideal para quienes prefieren acompañar a la planta, no correr detrás.
A simple vista, el jazmín de Madagascar tiene un “aire” distinto al de la mayoría de los jazmines clásicos, y eso ayuda mucho a identificarlo. Sus flores son más gruesas y cerosas, parecen hechas de porcelana: pétalos rígidos, brillantes y bien blancos, con forma de estrellita tubular. No son tan delicadas ni tan abiertas como las de un jazmín común.

Como viene de climas cálidos, se lleva mejor con lugares protegidos y sol pleno. En zonas de heladas puede vivir puertas adentro durante el invierno. Florece desde la primavera hasta el otoño.
Cuidados básicos para que cualquier jazmín se luzca
Sol: la mayoría agradece al menos seis horas de luz directa. Algunas especies toleran media sombra, pero florecen mejor con sol pleno.
Suelo: suelto y con buen drenaje. Un poco de compost cambia todo.
Riego: constante pero sin excesos. En verano, controlar que la tierra no quede como una esponja seca.
Temperatura: les gusta el calor y la humedad moderada. En lugares muy secos, un rociado suave ayuda.
Poda: después de cada floración. Ordena la planta y estimula nuevos brotes.
Fertilizante: uno balanceado en primavera sostiene el crecimiento y mejora la producción de flores.
Si la idea es crear un jardín perfumado, los jazmines son aliados nobles. No hace falta tener todos: con uno bien elegido es suficiente para que el aire cambie y la casa gane ese aroma que funciona como banda sonora del verano. Si querés, puedo prepararte una versión más corta para redes o sugerencias de epígrafes.