Consecuencias del cambio climático en Argentina

El clima global está cambiando, y el de Argentina también. En las últimas décadas los patrones de lluvia y las temperaturas evolucionaron, con impactos positivos y negativos en distintas regiones del país. Vislumbrar los escenarios futuros es clave para adaptarnos.

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En Argentina, el aumento de la temperatura media anual fue entre 0,5°C y 1°C aproximadamente, entre 1960 y 2010.

No hay dos años ni dos veranos con el mismo clima. Por sus características, el clima de nuestro país, al igual que el del planeta, oscila naturalmente a lo largo del tiempo, pero esa variabilidad natural fue alterada por otro fenómeno, el calentamiento global, inducido por el incremento de la emisión de gases de efecto invernadero.

Determinar las tendencias que experimentó el clima hasta el presente y vislumbrar sus cambios futuros constituye un conocimiento que resulta imprescindible para anticipar las consecuencias y planear las formas de adaptarse a ellas. Y los resultados hallados en Argentina son, como mínimo, preocupantes.

Pasado y presente en Argentina

En Argentina se estima que el aumento de la temperatura media anual fue entre 0,5°C y 1°C aproximadamente, entre 1960 y 2010, y se asocia principalmente a un incremento de la temperatura mínima. En cambio, el aumento en la temperatura máxima no fue tan notorio, incluso hubo disminuciones de las máximas en el centro del país, consecuencia de una mayor nubosidad y de más lluvias.

El cambio de la temperatura media estuvo sujeto a variaciones naturales tanto año a año como por región, lo que resultó en un aumento de las olas de calor, principalmente en el norte y el este del territorio nacional, así como en una reducción de las heladas en la mayor parte del país.

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Las lluvias anuales disminuyeron significativamente en Los Andes.

Las variaciones de las lluvias son cruciales para la actividad agropecuaria argentina. En el período 1960-2010 las precipitaciones medias anuales aumentaron en todo el este del país y experimentaron grandes variaciones interanuales, principalmente en verano. Esto también ocurrió en zonas semiáridas, lo que ayudó a la expansión de la frontera agrícola. Las precipitaciones extremas se volvieron más frecuentes, y aquellas lluvias con acumulados que raramente ocurrían empezaron a ser noticia corriente.

Las lluvias anuales, en cambio, disminuyeron significativamente en Los Andes, principalmente en los de Patagonia y Cuyo, lo que generó una tendencia negativa en los caudales de los ríos. En el oeste y en el norte del país la estación seca invernal se hizo más prolongada, lo que implicó problemas para el consumo de agua de la población y la producción agropecuaria, así como también condiciones más favorables para los incendios de bosques y cultivos.

Tendencias futuras

Para estimar las tendencias futuras se consideró qué sucedería en el futuro cercano (entre 2015 y 2039) y en un futuro más lejano (entre 2075 y 2099), tanto con emisiones moderadas de gases de efecto invernadero, que provocarían un cambio de la temperatura media global de aproximadamente 2°C a fines del siglo XXI, como con emisiones mayores, que llevarían a un cambio de la temperatura de aproximadamente 4°C.

El estudio concluyó que en el futuro cercano el aumento de la temperatura media en el país no depende mucho de las emisiones y sería de entre 0,5°C y 1°C. Es decir que habría una aceleración del calentamiento registrado en los últimos 50 años. En el futuro lejano, en cambio, el incremento de la temperatura media dependería de las emisiones y sería de entre 0,5°C y 3,5°C, e incluso mayor en el noroeste argentino. También se concluyó que, en promedio, aumentarán en la mayoría de las regiones las temperaturas altas extremas.

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Se dieron condiciones más favorables para los incendios de bosques y cultivos.

Los cambios de precipitación anual para el futuro cercano no serían muy relevantes, ya que no se espera que difieran de los valores actuales por más del 10%, pero en el futuro lejano con un escenario de mayores emisiones sí lo serían. Al igual que lo ocurrido hasta ahora, habría un descenso moderado de las lluvias en la franja occidental de la Patagonia norte y central, lo mismo que en la zona cordillerana de Mendoza. Por otra parte, los modelos predicen un aumento de las lluvias extremas en la mayoría de las regiones, y es esperable un mayor riesgo de inundaciones, principalmente en el este argentino.

Las consecuencias del cambio climático ya las estamos viviendo y es necesario trabajar en sus impactos negativos reduciendo la vulnerabilidad y la exposición de la población y aplicando medidas de adaptación. Todos estos datos, junto con los episodios de lluvias extremas y olas de calor que ocurrieron en los últimos años, deberían constituir un llamado de atención a la población y los gobiernos.

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