¿Amantes del café o del té? Tus genes influyen en la elección

Un estudio encontró que la decisión de qué tomamos no es aleatoria, sino que tenemos genes implicados en la percepción del sabor amargo que moldean nuestros gustos por algunas bebidas.

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Algunos genes nos hace más propensos a percibir el saber amargo de ciertas sustancias.

¿Alguna vez te preguntaste por qué algunas personas son amantes del café, mientras que otras prefieren el té? ¿Y qué pasa con el alcohol? Un estudio liderado por el Instituto de Investigación Médica QIMR Berghofer en Brisbane, Australia, y la Escuela Médica Feinberg de la Universidad del Noroeste en Chicago, Estados Unidos, arroja luz sobre cómo nuestros genes pueden influir en nuestras preferencias de bebidas.

Los científicos utilizaron datos del UK Biobank, que contiene información genética y de salud de medio millón de personas en el Reino Unido. Se centraron en tres marcadores genéticos relacionados con los receptores del sabor amargo, que nos permiten detectar tres sustancias amargas distintas: la cafeína, la quinina y el propiltiouracilo (PROP). Curiosamente, estos receptores, son sensibles a una variedad de compuestos amargos.

Las personas más sensibles a los sabores amargos, como la quinina o el PROP, podrían ser más proclives a que les desagrade el café, por lo que optaron por tomar té en su lugar

Descubrieron que las personas que consumen más café tienden a tener variantes genéticas que las hacen más capaces de detectar el amargor de la cafeína, pero son menos sensibles a la quinina y al PROP. Por otro lado, aquellos que prefieren el té tienden a ser más sensibles a la quinina y al PROP, pero no tanto a la cafeína.

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Los genes nos predisponen a detectar diferentes amargores presentes en la cafeína.

¿Por qué sucede esto? Los investigadores especulan que las personas más sensibles a los sabores amargos, como la quinina o el PROP, podrían sentir aversión hacia el café debido a su amargura, que históricamente ha sido una señal de posibles venenos. Como resultado, estas personas pueden optar por el té en su lugar, ya que perciben menos amargura en él.

Las personas que tienen una mayor capacidad para saborear la amargura del café aprenden a asociar “cosas buenas" con él y aumentan el consumo.

Durante mucho tiempo, se creyó que las personas evitaban los alimentos amargos debido a que el amargor era una señal de algo tóxico. Sin embargo, los hallazgos sobre el café y el té desafían esta idea simplista. Los investigadores sugieren que, en lugar de rechazar lo amargo por completo, las personas han aprendido a disfrutarlo en el café debido a los estímulos que la cafeína proporciona. Por otro lado, aquellos que prefieren el té pueden no disfrutar del amargor del PROP y la quinina, lo que los lleva a seguir con el té en lugar de cambiar al café.

Los genes y el alcohol

El estudio también reveló una relación interesante entre la sensibilidad al PROP y el consumo de alcohol. Aquellas personas que son más sensibles a este sabor amargo tienden a consumir menos alcohol, especialmente vino tinto. Esto podría deberse a que el sabor amargo del alcohol les resulta desagradable.

Sin embargo, los investigadores no encontraron ninguna conexión entre los genes de sensibilidad a las otras dos sustancias y el consumo de bebidas alcohólicas. Esto sugiere que la relación entre los genes y las preferencias de bebida es compleja y varía según la sustancia.

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