¡Esta es la razón de qué se nos caigan los mocos cuando hace frío!

¿Alguna vez te has preguntado por qué se nos caen los mocos cuando hace frío? Puede resultar bastante incómodo y molesto, pero en realidad hay razones científicas detrás de este fenómeno.

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Los mocos están formados principalmente por agua, y tienen la función de proteger nuestros pulmones.

Todos los días, nuestras fosas nasales generan una enorme cantidad de mocos. ¡Un montón, en serio! Se estima que en condiciones normales, nuestro cuerpo produce alrededor de un litro por día. El 96% de esta sustancia está compuesto por agua, y el resto son proteínas, azúcares y moléculas. Esta mucosa pegajosa cumple una función muy importante: ser la primera barrera de protección para nuestros pulmones, así que tiene sentido pensar que en condiciones muy frías la producción de mocos sea mayor.

Tenemos más de 200 metros cuadrados de nuestro cuerpo cubiertos de mocos, incluyendo el sistema digestivo, los pulmones y el tracto urinario.

Cuando hace frío, no es necesario tener un resfriado para tener mocos. Si nos exponemos al exterior, solo necesitamos un instante para sentir esa sensación de goteo. Las razones de esto son tanto biológicas como físicas. Dentro de nuestro cuerpo, hay una temperatura de 26 °C a 30 °C y una humedad cercana al 100 %. Pero el aire que respiramos en invierno tiene una temperatura mucho más baja, por lo que la nariz se encarga de calentarlo para evitar irritar las células de los pulmones.

¿Cómo? El aire frío que inhalamos estimula los nervios que se encuentran en la nariz, los cuales envían un mensaje al cerebro. Este responde aumentando el flujo de sangre hacia este órgano. Así, los vasos sanguíneos se dilatan y pasa una mayor cantidad de sangre tibia, calentando lo que respiramos. Si el aire, además de frío, es seco, la nariz se activa para producir más secreciones a través de las glándulas mucosas. Cuando este complejo mecanismo de compensación es demasiado activo, el exceso de líquido comienza a gotear.

Y eso no es todo, aún quedan más mecanismos que favorecen la producción de mocos. Ese proceso de dilatación y contracción de los vasos sanguíneos como respuesta a los cambios de temperatura también puede irritar las mucosas nasales, lo cual, nuevamente, conduce a una mayor producción de mocos. Y si el aire está muy frío, puede secar la mucosidad existente, lo que la hace menos efectiva para atrapar partículas. Entonces, como se imaginarán, nuestro cuerpo produce más mocos para tratar de compensar esa pérdida de mucosa.

La humedad también desempeña un papel fundamental. Como mencionamos anteriormente, el aire dentro de nuestro cuerpo es muy húmedo, y si inhalamos rápido, el aire no se calienta lo suficiente y la humedad de nuestra cavidad condensa rápidamente. Esa agua se mezcla con la mucosidad, que ya es más abundante de lo normal debido a todo lo explicado anteriormente, y hace que se escurra con mayor facilidad hacia el exterior en forma de ese molesto goteo continuo.

Algunos mocos son pegajosos y blandos y otros secos y duros. Y con todos estos mecanismos que tiene nuestro cuerpo, no debería sorprendernos que todos tengamos mocos; por lo tanto no es nada del otro mundo. Es solo una señal de que tu nariz está funcionando de la manera que corresponde.