Nacen los primeros "ratones espaciales": científicos japoneses logran reproducir células madre preservadas en la ISS
Células madre que pasaron meses a bordo de la Estación Espacial Internacional dieron lugar a una camada de ratones completamente sanos. El resultado abre preguntas fascinantes sobre la posibilidad de que, algún día, los humanos también podamos nacer fuera de la Tierra.

Desde hace décadas, la idea de vivir en el espacio dejó de ser un argumento exclusivo de películas futuristas. El avance del cambio climático y la búsqueda de “planes de respaldo” para la humanidad hicieron que muchos científicos se tomen en serio el proyecto de asentamientos fuera de la Tierra. Pero hay un detalle que no es menor: ¿qué pasa con la reproducción en microgravedad?
El espacio no es precisamente un spa: radiación cósmica, atrofia muscular, pérdida de densidad ósea y alteraciones genéticas son algunos de los problemas que ya se registraron en astronautas. A eso se suma una gran incógnita: ¿podrían las células germinales (las precursoras de óvulos y espermatozoides) sobrevivir al viaje y seguir funcionando? Si no lo hacen, ningún asentamiento espacial pasaría de ser una colonia de “visitantes temporales”.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Kioto, liderados por Mito Kanatsu-Shinohara, decidió poner a prueba esta pregunta de manera concreta. Prepararon células madre de ratones -las que luego dan lugar a espermatozoides- y las enviaron criopreservadas a la Estación Espacial Internacional. Allí pasaron seis meses almacenadas, expuestas indirectamente a las condiciones del entorno espacial.
De regreso a la Tierra, las muestras se descongelaron y se inyectaron en los testículos de ratones machos, que luego se aparearon con hembras. El resultado sorprendió a más de uno: nacieron crías completamente sanas, con una expresión genética normal. A esos pequeños se los bautizó, con algo de humor científico, “ratones espaciales”.
Resultados inesperados
El equipo sospechaba que la radiación del espacio sería más dañina que la congelación en nitrógeno líquido. Sin embargo, descubrieron lo contrario: el paso por la microgravedad no generó daños significativos. De hecho, el mayor riesgo estuvo en la criopreservación, ya que el peróxido de hidrógeno usado en el proceso eliminó parte de las células.

Más allá de eso, la fertilidad se conservó. El estudio, publicado en Stem Cell Reports, confirma que las células germinales pueden mantenerse viables al menos medio año en condiciones espaciales, sin comprometer la descendencia.
Este hallazgo entusiasma porque demuestra que la vida, al menos en ratones, puede abrirse camino incluso con un paso prolongado por el espacio. Sin embargo, no significa que estemos listos para tener “bebés marcianos” en las próximas décadas.
Los investigadores aclararon que todavía falta comprobar cómo evolucionan estos ratones a lo largo de su vida: si tendrán buena salud, si su fertilidad se mantiene en generaciones posteriores o si aparecen problemas más adelante. Recién cuando esas dudas se despejen, se podrá pensar en extrapolar resultados a seres humanos.
Ciencia ficción con base científica
La pregunta de fondo es tan antigua como las historias de colonias en Marte: ¿puede una especie sobrevivir fuera de su planeta de origen? La ciencia empieza a mostrar que, con la tecnología adecuada, no es imposible. Que las células germinales resistan y den lugar a descendencia sana es un primer paso crucial.
Mientras tanto, los investigadores japoneses siguen guardando algunas muestras congeladas en la Estación Espacial Internacional. El objetivo es ver hasta dónde se puede extender el tiempo de almacenamiento sin que las células pierdan viabilidad. La respuesta podría definir cómo se planifican las futuras misiones de larga duración, donde no basta con llevar comida: también hay que pensar en cómo se sostiene la vida a lo largo de generaciones.
Si todo esto suena lejano, pensemos en lo siguiente: la misma técnica que hoy permite criar “ratones espaciales” podría servir, en un futuro, para conservar y transportar material genético de especies amenazadas en la Tierra. No se trata solo de poblar Marte, también de cuidar la biodiversidad aquí.
Referencia de la noticia:
Kanatsu-Shinohara, Mito et al. Germline transmission of cryopreserved mouse spermatogonial stem cells maintained on the International Space Station, Stem Cell Reports, Volume 0, Issue 0, 102602