La increíble historia del hotel paradisíaco de montaña que se perdió entre las llamas
Este lujoso hotel se encontraba en medio de la Cordillera de los Andes de Mendoza. Un incendio marcó su fin en 2003 y hay leyendas referidas a una maldición.

En la puerta de ingreso a la Cordillera de los Andes mendocina, en el sitio exacto por el que el General José de San Martín regresó a Argentina tras su gesta libertadora de América en el siglo XIX, se encontraba uno de los hoteles más cautivantes y majestuosos de los de su tipo.
Fue el Samay Huasi, que durante más de 15 años fue uno de los refugios turísticos más recordados del Manzano Histórico (Mendoza) y que emergía entre las laderas de las montañas tunuyaninas.
Su estilo combinaba el lujo con lo simple de la madera, además de vistas privilegiadas a los Andes infinitos desde cualquiera de sus sectores. Pero una tarde de junio de 2003 el fuego lo borró del mapa. Solo quedaron algunas ruinas y una eterna promesa de reconstrucción que nunca se concretó. Ah, y las leyendas populares referidas a maldiciones que derivaron en este trágico final.
El hotel que parecía un paraíso en medio de la montaña
En lengua quechua, Samay Huasi significa “Casa de Descanso”. Había sido inaugurado a mediados de la década de 1980 como una lujosa alternativa de hospedaje para quienes quisieran dormir -literalmente- en la Cordillera de los Andes.

Su categoría era de cuatro estrellas y, dado el entorno, en su estilo y arquitectura sobresalían las piedras, la madera y la tela. Había estructuras metálicas también, pero la madera y la tela acaparaban los componentes. Y esto sería determinante en 2003.
Habitaciones lujosas, amplio comedor y hasta sala de juegos eran algunas de las atracciones que ofrecían. Pero ninguna podía compararse con la calma y los aires andinos que rodeaban y se respiraban en el sitio.
Lo que el fuego se llevó
El 7 de junio de 2003 por la tarde, el encanto, el lujo y la armonía que envolvían al Samay Huasi ardieron, literalmente. Fue en cuestión de minutos y con pérdidas totales.
La secuencia que desencadenó el desastre comenzó cuando una empleada del hotel intentó encender la chimenea de la planta alta para hacerle frente a la cruda helada cordillerana. El detalle es que esta chimenea se encontraba obstruida por falta de mantenimiento, lo que desencadenó en humo y llamas que se propagaron a una velocidad feroz en esa planta alta.

En cuestión de minutos el fuego se había apoderado de cada rincón del edificio que, afortunadamente, solo tenía unos pocos huéspedes.
Si el incendio ya era catastrófico de por sí, ni hablar de las consecuencias que trajo cuando las llamas alcanzaron una caldera de gasoil ubicada en el subsuelo. Todo derivó en una explosión que terminó de destruir lo que todavía quedaba en pie. Por suerte, para ese momento, el Samay Huasi había sido evacuado ya
Un rescate de película
Entre los pocos huéspedes que se alojaban aquella tarde en el hotel se encontraban dos amigas de Buenos Aires, Ana Julia y Giselle. Ambas eran fotógrafas y habían llegado con sus equipos para retratar los paisajes majestuosos del Valle de Uco.
Esa fatídica tarde ambas permanecían en su habitación cuando las sorprendió un corte de energía. Y cuando se asomaron por la puerta del cuarto, la luminosidad del fuego las sorprendió.
Las amigas se dirigieron hacia el sitio de dónde provenía el fuego y encontraron a aquella empleada que había intentado encender la chimenea. Entre las dos turistas levantaron a la mujer y lograron bajarla por la escalera envuelta en humo. Así llegaron al exterior, donde aguardaban otros huéspedes y empleados. Y fue en ese momento en que la explosión de la caldera selló el destino del hotel.
La leyenda de los 15 cuerpos enterrados en el hotel
Entre la gente de Tunuyán hay una versión con condimentos de leyenda popular, y que vincula al incendio del Hotel Samay Huasi con una especie de maldición.
Todo se remonta a las décadas de 1930 y 1940, cuando se comenzó a hablar de la idea de construir un hotel en el lugar. Y es que en ese momento, durante la construcción, se halló en el sitio una fosa común con al menos quince cuerpos.

El proyecto era tan ambicioso que los inversores decidieron pasar por alto este macabro hallazgo y continuar con la obra. Tras la inauguración, los primeros meses fueron exitosos, hasta que una pareja denunció oír gritos provenientes de la habitación 10, que figuraba como vacía.
Aquella noche, incluso, hay versiones que cuentan que el guardia de seguridad saltó por la ventana para salvarse de un grupo de "figuras" que lo rodeó dentro del hotel.

Estos episodios sobrenaturales derivaron en que se hicieran investigaciones referidas a los cuerpos hallados. Y allí se confirmó que, en 1936, el terrateniente Eustaquio Gutiérrez había masacrado a cuatro familias para quedarse con sus tierras. Y, creer o reventar, se dice que esas son las almas en pena que aún merodean en el lugar