Se supo: el núcleo de la Tierra es una bola de hierro y níquel

Corteza, manto, núcleo externo y núcleo interno. Esas son –hasta ahora- las capas conocidas de la Tierra. Sin embargo, un reciente estudio encontró evidencia de que hay algo más.

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Como si se tratara de muñecas rusas, nuestro planeta revela un secreto tras otro a medida que avanza la investigación científica.

La hipótesis de que nuestro planeta alberga un material más sólido en el corazón de su núcleo interno surgió hace al menos 20 años. Pero la tecnología disponible no había permitido profundizar en las características de esa sustancia.

Ahora, gracias a la evolución de los sismómetros, la ciencia suma evidencia de que, en efecto, existe una quinta capa interna: una bola de hierro de unos 650 km de radio, de más de 5500 °C de temperatura y el brillo similar al de una estrella.

La investigación que confirma la hipótesis se publicó esta semana en la revista Nature y fue encabezada por los sismólogos Than-son Phan y Hrvoje Tkalčić, de la Universidad Nacional de Australia. Según los autores, esta bola representa menos del 1% del volumen de la Tierra y sería fundamental para su campo magnético.

Las conclusiones del estudio son producto de una técnica basada en el análisis de las ondas sísmicas de más de 200 terremotos ocurridos en los últimos años. Y, por supuesto, la evolución de la tecnología sismográfica que permite obtener información cada vez más precisa.

Terremotos y ondas sísmicas, las claves de la investigación

Cuando un terremoto sacude la tierra, sus ondas o reverberaciones recorren grandes distancias y atraviesan el núcleo del planeta. Hasta ahora, la tecnología sismográfica disponible lograba captar en promedio 2 de aquellas ondas.

“La Tierra oscila como una campana después de un gran terremoto, y no solo durante horas, sino días", dijo el co-autor Hrvoje Tkalčić.

Los investigadores registraron el recorrido y la reverberación de las ondas sísmicas desde el lugar que ocurre un terremoto hasta sus antípodas, al otro lado del planeta. Pudieron identificar los trayectos de ida y vuelta de las ondas, y su distorsión cuando atraviesan el corazón de la Tierra.

Gracias a la ampliación de la red de sismómetros a nivel global y el mayor volumen de datos disponibles, los australianos lograron identificar hasta 4 y 5 reverberaciones en 16 terremotos, lo que les permitió hacer una serie de inferencias acerca de la composición del núcleo del núcleo.

“Cada reverberación tarda alrededor de veinte minutos en cruzar de un lado del planeta al otro, y los sismómetros registraron hasta cinco rebotes de un solo evento”, explicó el investigador.

El equipo utilizó una técnica llamada "apilamiento", en la que combinaron las formas de onda de un solo evento para construir una imagen detallada de la distorsión del núcleo más interno.

Descubrieron que las ondas que pasan a través de la parte más interna del núcleo disminuyen la velocidad en una dirección, mientras que las ondas que pasan a través de la capa exterior disminuyen la velocidad en otra dirección. "Significa que los cristales de hierro, que es dominante en el núcleo interno, probablemente estén organizados de una manera diferente que en la capa exterior del núcleo interno", dijo Tkalčić.

En el trabajo publicado en Nature, los autores se refieren al hallazgo como una especie de “cápsula del tiempo”, ya que alberga información sobre los orígenes de nuestro planeta, hace unos 1500 millones de años, cuando se formó el núcleo interno. “Sondear el núcleo interno es fundamental para comprender la evolución de la Tierra en el pasado lejano”, afirmaron.