¿Por qué Marte está condenado a ser un desierto? Curiosity revela por qué no pudo mantener agua líquida
Una nueva investigación propone una explicación sobre por qué Marte no logró conservar el agua líquida ni un clima templado. La clave estaría en un ciclo autolimitante del carbono y en la falta de actividad volcánica, lo que lo condena a largos periodos de aridez.

Uno de los grandes misterios sin resolver de la ciencia planetaria moderna está inscrito en la superficie de Marte. Las cicatrices de antiguos ríos y lagos indican que alguna vez hubo agua líquida corriendo sobre el planeta rojo.
Una nueva investigación liderada por Edwin Kite, científico planetario de la Universidad de Chicago, ofrece una explicación intrigante. Publicado el 2 de julio en la revista Nature, el estudio sugiere que los breves períodos de clima templado que permitieron la presencia de agua líquida fueron consecuencia de un lento incremento en el brillo del Sol. Sin embargo, las condiciones internas de Marte lo predisponen a regresar rápidamente a un estado desértico, a diferencia de la Tierra, que ha mantenido una habitabilidad estable durante miles de millones de años.
El rompecabezas de la atmósfera perdida
Este modelo teórico se apoya en datos recientes obtenidos por el rover Curiosity de la NASA, que en abril encontró rocas marcianas ricas en carbonatos. Estas formaciones podrían ser la respuesta al enigma de qué pasó con la atmósfera densa que Marte debió haber tenido para sostener agua en estado líquido.
“Durante años nos hemos preguntado por qué la Tierra pudo conservar su habitabilidad mientras Marte la perdió”, explicó Kite, profesor asociado de ciencias geofísicas y miembro activo de la misión Curiosity. “Nuestros modelos indican que los momentos habitables en Marte fueron excepcionales y que el planeta tiende naturalmente a autorregularse como un mundo desértico”.
Ciclo del carbono: la gran diferencia entre Marte y la Tierra
Tanto Marte como la Tierra son planetas rocosos, ricos en agua y carbono, y relativamente cercanos al Sol. Sin embargo, mientras uno alberga vida, el otro permanece estéril. Para que un planeta mantenga un clima cálido y estable, necesita mecanismos internos que moderen los cambios en su atmósfera y temperatura.
En la Tierra, un delicado ciclo de carbono regula ese equilibrio. El dióxido de carbono en la atmósfera actúa como gas de efecto invernadero, calentando el planeta. A su vez, las altas temperaturas aceleran procesos geológicos que atrapan el carbono en las rocas, lo que enfría la atmósfera. Eventualmente, ese carbono vuelve a liberarse a través de erupciones volcánicas, manteniendo un equilibrio climático a largo plazo.

En Marte, el panorama es distinto. Aunque podría haber existido un ciclo similar, la ausencia actual de actividad volcánica hace que ese proceso se detenga. Así, cuando el Sol brilla más intensamente y se permite la existencia de agua líquida, esta misma agua desencadena reacciones que atrapan el dióxido de carbono en rocas carbonatadas, disminuyendo el efecto invernadero y enfriando nuevamente el planeta.
“En Marte, basta con un poco de agua líquida para que el dióxido de carbono se reduzca rápidamente a través de la formación de carbonatos”, explicó Kite. “Sin volcanes activos que reinyecten ese carbono a la atmósfera, el planeta queda atrapado en un ciclo de desertificación”.
Curiosity encuentra una pista clave
La confirmación de esta teoría se vio reforzada por un hallazgo reciente del rover Curiosity en el monte Sharp, en Marte. Allí, por primera vez, se detectaron rocas ricas en carbonato, una evidencia que los científicos habían estado buscando durante años.
“Durante mucho tiempo nos preguntamos dónde había terminado la atmósfera marciana. Estos carbonatos podrían ser la tumba del dióxido de carbono perdido”, señaló Kite.
El hallazgo no solo completa una pieza fundamental del rompecabezas marciano, sino que también aporta información clave sobre los mecanismos que mantienen o destruyen la habitabilidad planetaria. Según los modelos desarrollados por el equipo, Marte habría tenido períodos breves de agua líquida seguidos por intervalos de más de 100 millones de años de aridez extrema, condiciones poco favorables para el desarrollo de la vida.
Hacia la búsqueda de mundos habitables
Además de Kite, participaron en el estudio investigadores del Centro Goddard y del Centro Ames de la NASA, el Instituto de Tecnología de California, la Universidad Brown, el Laboratorio de Propulsión a Chorro y la Universidad de Calgary.
“El tipo de mediciones químicas y mineralógicas que pueden realizar los rovers en la superficie es esencial para entender la evolución planetaria”, concluyó Benjamin Tutolo, coautor del estudio. “Este conocimiento es clave para buscar otros mundos habitables más allá del sistema solar”.
Así, Marte sigue siendo un espejo para entender los destinos posibles de los planetas y la singularidad de la Tierra como refugio para la vida.
Referencia de la noticia:
Kite, E.S., Tutolo, B.M., Turner, M.L. et al. Carbonate formation and fluctuating habitability on Mars. Nature 643, 60–66 (2025). https://doi.org/10.1038/s41586-025-09161-1