El CO2 sigue en aumento a pesar del COVID-19

Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la ralentización industrial debida a la pandemia de COVID-19 no contrarrestó los niveles sin precedentes de gases de efecto invernadero en la atmósfera.

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Durante la pandemia los gases de efecto invernadero siguieron aumentando, pero lo hicieron a un ritmo ligeramente menor.

El Proyecto Carbono Global de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) estimó que, durante el período con las restricciones más estrictas a la actividad, las emisiones diarias de CO2 pueden haberse reducido en hasta un 17 % a escala mundial debido al confinamiento de la población. Pero las estimaciones preliminares de todo el 2020 indican una disminución de las emisiones anuales mundiales de solamente del 4,2% al 7,5 %. Esto quiere decir que durante la pandemia los gases de efecto invernadero siguieron aumentando, pero lo hicieron a un ritmo ligeramente menor.

Las medidas de confinamiento redujeron las emisiones de muchos contaminantes y gases de efecto invernadero, pero las variaciones no fueron mayores que las provocadas por las fluctuaciones normales en el ciclo del carbono, que se producen de un año a otro y por la marcada variabilidad natural a la que están sujetos los sumideros de carbono como la vegetación. Desde 1990 el forzamiento radiativo total —que ejerce un efecto de calentamiento del clima— se ha incrementado en un 45 % a causa de los gases de efecto invernadero de larga duración. Cuatro quintas partes de ese aumento se deben al CO2.

"Se trata de valores compatibles con la variabilidad natural interanual de 1 ppm. Esto significa que, a corto plazo, el impacto de las medidas de confinamiento aplicadas a raíz de la COVID-19 no puede diferenciarse de la variabilidad natural", apunta en el Boletín

Las concentraciones de CO2 son la suma de las emisiones pasadas y las actuales, que algunos gases pueden perdurar en la atmósfera más de 100 años contribuyendo al calentamiento del planeta. El dióxido de carbono es uno de ellos, que permanece en la atmósfera durante siglos, y aún más tiempo en los océanos. La última vez que se registró en la Tierra una concentración de CO2 comparable a la actual fue hace entre tres y cinco millones de años. La temperatura era entonces de 2 a 3 °C más cálida y el nivel del mar era entre 10 y 20 metros superior al actual, pero no había 7.700 millones de habitantes.

“La pandemia de COVID-19 no es una solución para el cambio climático. Sin embargo, nos brinda una oportunidad para adoptar medidas de índole climática más sostenidas y ambiciosas encaminadas a reducir las emisiones hasta un nivel cero neto a través de una metamorfosis integral de nuestros sistemas industriales, energéticos y de transporte. Los cambios que deben aplicarse son técnicamente posibles y viables desde el punto de vista económico, y su repercusión en nuestra vida cotidiana solo sería marginal. Es de agradecer que un número cada vez mayor de países y empresas se hayan comprometido a alcanzar la neutralidad en cuanto a emisiones de carbono”, señaló el Secretario General de la OMM, el profesor Petteri Taalas.

Dióxido de carbono

De todos los gases de efecto invernadero de larga duración fruto de las actividades humanas, el CO2 es el que tiene una presencia más importante en la atmósfera, y es el responsable de aproximadamente dos tercios del forzamiento radiativo. La concentración media anual de CO2 a escala mundial era de aproximadamente 410,5 ppm en 2019, lo que supone un aumento con respecto a las 407,9 ppm de 2018, tras haber superado el umbral de las 400 ppm en 2015. El aumento en la concentración de CO2 registrado entre 2018 y 2019 fue superior al observado entre 2017 y 2018, y también a la media del último decenio.

En 2019, las emisiones procedentes de la quema de combustibles fósiles y la producción de cemento, la deforestación y otros cambios en el uso de la tierra dispararon las concentraciones de CO2 atmosférico hasta un valor equivalente al 148 % del nivel preindustrial de 278 ppm, que representa el punto de equilibrio de los flujos entre la atmósfera, los océanos y la biosfera terrestre. Durante la última década, alrededor del 44 % del CO2 permaneció en la atmósfera, mientras que el 23 % fue absorbido por los océanos, el 29 % por la tierra y el 4 % restante no ha sido atribuido.

“La reducción en las emisiones debida a las medidas de confinamiento no es más que una minúscula irregularidad en el gráfico a largo plazo. Tenemos que aplanar la curva de forma continuada”, afirmó el Secretario General P. Taalas.

Los datos de estaciones individuales evidencian que la tendencia al alza continúa en 2020. La media mensual de la concentración de CO2 en la estación de referencia de Mauna Loa, en Hawái, fue de 411,29 ppm en septiembre de 2020, frente a las 408,54 ppm de septiembre de 2019. En la estación del cabo Grim, en Tasmania (Australia), las cifras fueron de 410,8 ppm en septiembre de 2020, frente a las 408,58 ppm registradas en 2019.